Pregunta para Congreso de los diputados
Los profesionales de la Atención Primaria son los que más sobrecarga sufren. ¡Firma por unas medidas eficientes y globales centradas en mejorar la organización del Sistema Sanitario!
Hola, me llamo José Manuel Brea y soy médico de familia recién retirado, tras completar mi vida laboral en el mismo servicio de salud. Pero son muchos los médicos de Atención Primaria que se retiran anticipadamente o se fugan a otros países de la UE con mejores condiciones profesionales o laborales, como Francia sin ir más lejos. Incluso los hay que dentro de nuestro territorio se mueven entre comunidades autónomas, esperando mejorar, por supuesto, pese a las dificultades e inconvenientes que esto conlleva.
Conviene puntualizar aquí que los problemas sanitarios más graves e inveterados, que causan malestar profesional creciente, no son exclusivos de los servicios de salud de determinadas comunidades autónomas, sino que afectan a todo nuestro sistema sanitario público (Sistema Nacional de Salud).
La problemática de la Sanidad Pública ya estaba antes de la pandemia, pero fue ésta la puntilla para comprobar las debilidades del sistema y agravarla aún más. La sobrecarga asistencial ha ido creciendo, y la Atención Primaria la sufre de manera especial. Los médicos de familia trabajan con unas agendas que no se respetan y se desbordan. Antes la sobrecarga acontecía de modo puntual y ahora sucede de manera continuada. Es decir, era coyuntural y ha acabado siendo estructural.
Se aboga por la necesidad de más personal en el sistema sanitario. Y aun con la preocupación de que el número de recursos humanos disminuya, creo que el foco debería ponerse en los aspectos organizativo y funcional, en mejorar la organización asistencial y delimitar las funciones de cada profesional. Los médicos deben asumir funciones médicas, no burocráticas, que sustraen tiempo de la atención a los pacientes.
Por otra parte, además de tener una agenda de atención ordinaria repleta, los médicos de familia deben atender todas las citas imprevistas –que han ido aumentando en los últimos años–, sean urgencias o consultas forzadas sin justificación, lo cual nos parece un despropósito. Es aquí donde aparece el riesgo de cometer errores y, en consecuencia, se compromete la seguridad del paciente. En definitiva, la sobrecarga asistencial y la burocracia acaba desbordándolos y, a la larga, quemándolos. La profesión médica tiene una prevalencia de burnout abrumadora.
Se asume que en el sistema sanitario hay una falta de recursos humanos, que redunda en las listas de espera, especialmente hospitalarias. Los profesionales se van retirando y las plazas quedan sin cubrir; en los centros de salud, todos los pacientes que pertenecían a cupos de plazas vacantes se asignan al resto de facultativos sobrecargándolos aún más. Con todo, vemos las principales debilidades de nuestro sistema en la deficiente organización y en el uso inadecuado de los servicios sanitarios.
Es necesario que se tomen medidas de mejora a nivel estatal, por eso me dirijo a los miembros del Congreso de los Diputados. La Sanidad Pública está sufriendo un grave deterioro, y para arreglar el sistema no es suficiente con decisiones aisladas o simplistas, ni con poner parches temporales. Se precisan soluciones inteligentes y globales centradas en mejorar la organización sanitaria, acaso en una reorganización asistencial (de la asistencia ordinaria y urgente), para mejorar a su vez las condiciones de los profesionales y, por encima de todo, la atención a los pacientes.