Hola, soy Jennifer Lara y muchos ya conocéis mi historia, pero escribo este texto en osoigo para dar visibilidad a una situación que por desgracia sufren muchas familias cuando las sentencias de custodia dejan de lado la voluntad de nuestros hijos y por lo tanto, son totalmente injustas. En los últimos meses hemos escuchado más casos como el mío, en el que al final las madres somos las que perdemos ante una justicia que no tiene en cuenta el contexto y el por qué no queremos que los padres de nuestros pequeños tengan la custodia. 

He pasado 24 días sin ver a mi hija físicamente y, ahora, he podido pasar 15 días en Agosto de vacaciones, pero no hay derecho a hacerle esto, ni a ella ni a mí. En el mes de julio tuve que entregar a la fuerza a mi hija en cuestión de horas, para que se fuera a vivir con un padre y un entorno familiar (abuelos, tías, etc) que nunca han mostrado ningún interés en ella. Y donde considero que el padre utiliza el único medio que tiene para hacerme daño: mi hija, Angel. 

A día de hoy, sigo en la batalla judicial para conseguir que me devuelvan la custodia de mi hija. Ángel siempre ha tenido claro que quiere estar conmigo, más que nada porque a su padre no lo conocía y eso hace que la principal víctima de todo esto sea ella. ¿Cómo pueden dejar que viva con alguien que ha estado durante 15 meses sin ni siquiera preguntar cómo está? No sabía absolutamente nada de ella, y sigue sin saberlo; no conoce sus costumbres o preferencias. Se la llevó sin ni siquiera saber si tenía alguna alergia…

Me apena que la justicia siempre se ponga del lado del más fuerte, sin tener en cuenta que el otro lado, el de las madres que queremos proteger a nuestros hijos ante todo, se queda desamparado y más vulnerable que nunca. 

Me gustaría que quedara clara una cosa: a mí me hubiera hecho muy feliz que el padre de mi hija retomara relación con ella, pero no de esta manera. Que fuera algo progresivo y que él pusiera de su parte para tener una relación bonita de padre e hija. No obstante, lo único que hizo fue recurrir a la “justicia” para arrebatarme a mi hija de una manera desgarradora causándonos a ambas un daño irreparable y que, seguramente, le deje secuelas emocionales el resto de su vida.

Con todo esto, me gustaría pedir a la justicia que, por favor, analice cada caso minuciosamente para no cometer estos errores y permitir que algunos padres dañen a su expareja utilizando a los hijos. Para ello, a parte de tener en cuenta el contexto de la familia, también deberían tener presentes las actitudes de la niña cuando le dicen que se va con su padre.

No voy a parar de luchar hasta conseguir que mi hija vuelva conmigo. Hasta entonces no estaremos en paz ni ella, ni yo.