Pregunta para Parlamento de Catalunya

En el instituto me maquillaba para camuflar el dolor que el acoso me provocó. Ahora solo quiero que nadie más tenga que pasar por lo mismo, ¿cuándo se van a tomar medidas?

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Laura Martín Pregunta de Laura Martín

Mi nombre es Laura tengo 19 años y todavía cargo con las secuelas que el acoso escolar dejó sobre mí. He querido publicar este texto acompañado de una foto sonriendo para demostrar que de esto se puede salir. En ese momento aún sufría bullying pero fue el primer día que logré sonreír después de mucho tiempo. Costó mucho trabajo, me maquillaba para camuflar el dolor que había dentro. Ese día me repetí cien veces que lo que no me mataba me hacía más fuerte. Ahora solo quiero que nadie más tenga que volver a pasar por lo mismo, ¿cuándo se van a tomar medidas reales? 

Entré a mi nuevo instituto en segundo de la ESO. Me acababa de mudar y no conocía a nadie. Las cosas en casa tampoco iban bien, mis padres se habían separado y yo estaba pasando por uno de mis peores momentos, así que decidí ser la persona que querían que fuera y me inventé algunas cosas para decorar el desastre que me rodeaba. 

Al llegar, me integré rápido y empecé a juntarme con un grupo de chicas con el que iba a todos lados. Sin embargo, pronto me di cuenta de que eran amistades tóxicas que podían dañarme. Se insultaban y despreciaban entre ellas cuando el resto no estaba mirando. A mí no me gustaban esas actitudes así que decidí contarlo y ahí fue dónde empezó todo. Se enfadaron conmigo por mi sinceridad y empezaron a acosarme. Pronto también se enteraron de que había mentido en algunos aspectos de mi vida y todavía fue peor. 

Comenzaron las amenazas y los insultos, tanto en clase como en redes sociales. Llegó un punto en el que incluso me esperaba un buen rato a la hora de volver a casa por miedo a que me persiguieran, me insultaran o me agredieran por la calle. Ya había tenido alguna experiencia en la que alguien me había pegado y nadie hizo nada para ayudarme así que no quería que se repitiera. 

Finalmente, mi madre habló con mi tutora y empecé a ir a terapia con la psicóloga del centro. Todo iba bien hasta que me propuso hacer una mediación con mis agresoras. Yo pensaba que sería algo individual, para crear un espacio seguro en el que me sintiera cómoda, pero para mi sorpresa, me sentaron delante de las seis chicas dándoles la posibilidad de acorralarme y humillarme todavía más. Ni siquiera me dejaron hablar, no era una mediación era un encontronazo en el que las seis iban contra mí.

En ese momento eché en falta que alguien me tendiera la mano. El acoso escolar deja muchas secuelas como la desconfianza o la falta de autoestima. Debido a todo lo que sufrí vivo cada día de la mano con la ansiedad. No tuve una buena atención y estoy pagando por ello todavía.

Por eso me gustaría dirigirme al Parlament de Catalunya para pedir que se implementen medidas como una atención personalizada, más personal especializado en acoso escolar o protocolos que condenen a las personas que lo ejerzan. El bullying debe convertirse en un elemento prioritario en las políticas educativas, no podemos dejar que más adolescentes pasen por lo mismo. 

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