Me llamo Laura, resido en Jaén y tengo un niño de tres añitos con autismo. Saúl fue muy deseado, toda la familia estábamos encantados con él; cuando tenía 6 o 7 meses, mi cuñada, que es muy observadora, observó cosas extrañas en él y me las comentó, como que no le fijaba la mirada o no le echaba cuentas, creíamos que podía ser sordo.

Decidimos llevarlo al pediatra y nos derivó a salud mental temprana y de ahí nos dieron todos los pasos a seguir, fue nuestro primer contacto con este mundo, yo no quería abrir los ojos; nos dijeron que era sospecha de TEA, pero aún era pronto para saberlo. Con el tiempo, Saúl seguía igual y ya nos empezaron a mandar terapias, el problema es que tardamos casi un año en recibir la primera y las privadas son demasiado costosas, nosotros no podemos permitírnoslas; hasta los seis años, te lo cubre la seguridad social, pero una sola a la semana y estos niños necesitan muchísimas más.

Otro de los problemas a los que nos enfrentamos, es al tema escolar; tenemos muchos colegios y muy buenos cerca de casa, pero en ninguno lo aceptan por no tener personal especializado o medios suficientes para atenderlo; no es justo que tengamos que desplazarnos tanto para que pueda ir a un colegio con servicios para él y el resto de familias puedan escoger sin ningún problema.

Necesitamos más profesionales especializados en la seguridad social, cuando llamamos para pedir citas, nos dicen que estamos en lista de espera constantemente porque están saturados; también que pongan más medios y profesores de apoyo en las escuelas para que estos niños tengan también la capacidad de elegir a dónde acudir. Debemos recordar que no son menos capaces que nadie, simplemente tienen capacidades diferentes.