Pregunta para Congreso de los diputados
Me llamo Leticia López, tengo 35 años y padezco endometriosis profunda. ¿Cuándo se va a dejar de normalizar el dolor de regla en las consultas de ginecología?
Hola. Me llamo Leticia López, tengo 35 años y padezco endometriosis profunda.
He tenido dolores insufribles desde que me vino la regla con 11 años. Siempre vomitaba y me dolía la espalda, pelvis y piernas. Por aquella época, el dolor se me quitaba con algún analgésico, pero desde hace 5 años, las dolencias se me fueron incrementando. He llegado a tomar entre 6 y 9 ibuprofenos por regla porque me retuerzo del dolor en la cama y me impide hacer vida normal cada vez que me viene la regla.
Hace 3 años, en 2018, un dolor diferente a los anteriores comenzó a despertarme. Además, no paraba de orinarme a todas horas, notaba mucha presión en la vejiga, como si estuviera llena y me levantaba de 2 a 3 veces durante la noche para ir al baño. Tras varias analíticas de orina negativas y el incremento del dolor, barajaron que el cuadro podría corresponderse con un cólico nefrítico. Sin embargo, no encontraron ninguna piedra en el riñón, pero sí dos miomas en el útero. Me derivaron al ginecólogo y al urólogo. Ambos determinaron que los miomas presionaban la vejiga, por eso tenía la necesidad de orinar constantemente.
En enero de 2019 comencé un seguimiento periódico con un ginecólogo de la Seguridad Social (en adelante, SS). Me recetó varios ciclos de Esmya (acetato de Ulipristal) que, supuestamente, reduciría el tamaño de los miomas o detendría su crecimiento.
Tras un año de tratamiento, los síntomas no remitían y los miomas continuaban creciendo. No podía descansar por la noche ni cumplir debidamente con mi obligación en el trabajo. Me orinaba constantemente, la solución que me daba mi ginecólogo era únicamente quirúrgica.
Me puso en lista de espera para la intervención y me dijo que lo pensara bien porque podía perder el útero en la operación. Afirmó que el hecho de operarme tan joven dependía de “el número de hijos que quieras tener, si quieres dos o tres”, una frase que reflejaba la mentalidad de este señor. Creo que lo correcto hubiese sido preguntar, en primer lugar, si quería tener hijos o no, y no dar por hecho que tendría dos o tres. En marzo de 2020 llegó la pandemia y se aplazó la operación. Durante el confinamiento retiraron del mercado mi mediación porque causó de nuevo daño hepático.
Finalmente, en octubre de 2020, me intervinieron quirúrgicamente para la retirada de los miomas. Me abrieron por laparotomía porque, según el criterio de este ginecólogo y su equipo, un mioma de 8 cm. no se podía retirar por laparoscopia. Al día siguiente me visitó el jefe de servicio, que también estuvo en mi intervención. Con un lenguaje bastante grosero y soez me explicó lo que me habían hecho. Me quedé helada.
Pero lo peor estaba por llegar. Tras la intervención, seguía orinándome con más frecuencia que antes. En vista de que no mejoraba, tuve que recurrir a la sanidad privada, a la unidad de miomas de la reconocida Dra. Cañete. Fue un alivio a la vez que una pesadilla. Cada vez que movía el ecógrafo encontraba algo. Visualizó un quiste en el ovario, un foco de endometriosis, un pólipo y otro mioma más, hallazgos de los que era la primera vez que oía hablar a pesar de haberme intervenido abierta por laparotomía hacía escasos dos meses.
Luego, vinieron dolores mucho más agudos que me dejaban paralizada y me hacían acudir a urgencias. Llegó un momento en el que me quedé completamente “tiesa”, me dolía muchísimo, gritaba de dolor en urgencias cuando me exploraban. Me atendieron dos residentes, no había ningún médico adjunto supervisando. La R1 tomó la iniciativa y me metió la sonda del ecógrafo sin protección. Todo estaba bien, me dijeron, y descartaron patología ginecológica. Me derivaron a urgencias generales ese mismo día. Volvimos al diagnóstico de salida de dos años atrás. La famosa e inexistente piedra en el riñón sin más pruebas que una analítica de orina, otra de sangre y una radiografía.
Al empeorar y sufrir dolores insoportables decidí buscar al ginecólogo que me operó para ver si me podía ayudar. Cuando le enseñé el informe de la Dra. Cañete se puso como una furia, y en un inesperado ataque de soberbia me dijo a gritos en un pasillo: “¡Esto es mentira, tú no tienes eso. Esto te lo ha dicho para trincarte la pasta!¡A todas las mujeres les duele la regla!”. Me fui completamente humillada. A las dos semanas tuve que volver a urgencias por dolores agudos que me paralizaban. Esta vez, la residente me diagnosticó gases.
El 15 de enero de 2021 volví a revisión en la consulta de ginecología de la SS. Una ginecóloga a la que veía por primera vez. Expliqué todo el periplo de urgencias por el que había pasado. No se levantó de la silla. Copió y pegó el informe de la anterior revisión de noviembre y escribió exactamente con las mismas palabras que puso su compañera: “exploración postquirúrgica dentro de la normalidad salvo sintomatología”. No me exploró. Recuerdo que era viernes.
En vista de la total y absoluta desatención, en febrero de este mismo año, volví a acudir a la consulta de la Dra. Cañete. Concluyó que lo que causaba el dolor que me hacía acabar en urgencias era que tenía el ovario adherido al útero. Me diagnosticó endometriosis profunda en grado 4 con infiltración en varios órganos y adenomiosis en el útero. Después de tantos años, tan solo una profesional sanitaria ha sabido diagnosticar mi enfermedad. Por fin ponía nombre a lo que me ocurría. Además, advirtió que miomas y endometriosis van de la mano.
Me diagnosticó una enfermedad crónica en un estadio avanzado, pero ese día respiré.
Por todo lo plasmado, lanzo la siguiente petición al Congreso de los Diputados para que haya más visibilidad e investigación para la endometriosis. Es una enfermedad que afecta a nivel laboral, por ejemplo. Tengo numerosas consultas médicas a las que acudir y no puedo faltar. Esto hace que tenga que perder algunos días de trabajo.
De igual forma, necesitamos más divulgación y conciencia entre profesionales sanitarios. Para los propios ginecólogos, la endometriosis es una enfermedad desconocida. Queremos que cuando una mujer llegue con esos síntomas no se ignoren ni se normalicen. No es normal tomar de 6 a 9 ibuprofenos por regla ni que el ginecólogo dé por hecho que a todas las mujeres les duele. Es necesario que sepan cuáles son los síntomas de la endometriosis y la manera de diagnosticarla, porque existen muchos signos más, además del dolor de regla.
Pido también financiación para la medicación, los tratamientos efectivos son caros y se me ha incrementado un coste de más de 100 euros al mes desde que estoy diagnosticada.
Cuando tengamos claro este paso, estaremos un poco más de cerca de ganar a la endometriosis.