Me llamo Lucía, soy de Tenerife y tengo 17 años. Hace unos días publiqué un tweet para desahogarme, ya que llevaba tres días seguidos recibiendo comentarios por la calle y al final reventé. Me da rabia decirlo, pero me he acostumbrado a este tipo de acoso, es algo que me ocurre casi a diario. He recibido comentarios sobre mi físico, sobre la ropa que llevo, insultos…

Aparte del acoso verbal que, como digo, recibo casi cada día, el año pasado ocurrió algo más grave. Tenía 16 años y estaba volviendo del instituto, cuando vi un coche parado enfrente de otro instituto de camino a mi casa. El conductor empezó a chistar para llamarme la atención. Cuando me giré y le miré, vi que se estaba masturbando.

Me quedé paralizada, en el momento no sabía que hacer. Luego recordé que estaba al lado de la comisaria, así que llamé a mi padre, que trabaja allí, y fui a explicar lo que había pasado. Lamentablemente, como no había apuntado la matrícula, no pudieron encontrarlo.

No es justo que las mujeres tengamos que salir a la calle con miedo o planteándonos qué hemos hecho mal para recibir este tipo de violencia, tanto si es física como verbal. A mí me gustan las chicas, y no por ello voy acosando cada vez que veo una mujer que me parezca atractiva. ¿Por qué los hombres no pueden hacer lo mismo?

El acoso callejero es un problema estructural debido a la mentalidad con la que hemos crecido y convivido. No es algo que se pueda solucionar de la noche a la mañana, pero sí creo que se pueden tomar ciertas medidas para ir avanzando poco a poco, como por ejemplo dar más herramientas e información a las víctimas, especialmente las más jóvenes, y prevenir desde la educación.