Fui al psicólogo y me trataron como una “universitaria agobiada”. ¿Por qué seguimos normalizando la ansiedad provocada por el sistema educativo?

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Vivimos en una sociedad que nos presiona para ser productivos las 24 horas del día, estudiamos, trabajamos y hacemos cien mil cosas más para poder sentirnos realizados. Todavía nos parece mal quedarnos un día en la cama sin hacer nada porque pensamos que lo estamos “desaprovechando”. Esto ha provocado que la mayoría de las y los jóvenes tengan problemas de salud mental derivados del estrés que provoca el no parar de ser productivo. ¿Por qué seguimos normalizando esta ansiedad? 

En mi caso mi salud mental se vio afectada tras el estallido de la Covid-19. En ese mismo año estuve ausente y distraída. Llegue a no sentir ni las cosas buenas ni las cosas malas, realmente vivía por inercia. Ya no me apetecía salir con mis amigos, prefería quedarme en casa viendo una serie. Apenas hacía vida con mis compañeros de piso, no tenía ganas de nada. 

A pesar de esto, mi nivel de implicación con los estudios no frenó. Me veía incapaz de dejar una asignatura para el año que viene, había algo en mi cabeza que decía que no podía parar, que tenía que ser productiva y acabar la carrera. No me permitía espacio para estar mal. 

Por desgracia este no es un caso aislado, la mayoría de estudiantes nos hemos sentido así en algún momento. Se trata de un problema tan generalizado que incluso hemos aprendido a normalizarlo con todo lo que ello conlleva. Lo normalizamos nosotras y lo normalizan los profesores/as, médicos/as… incluso familia. 

Cuando por fin me decidí a ir al psicólogo me di cuenta de la poca importancia que se le está dando a la salud mental desde el sistema sanitario público. Primero tuve que ir a ver a mi médico de cabecera. La conversación que tuve con él fue de apenas 15 minutos y, además de que no pude explicarme, sentí una incomprensión enorme por su parte. Me dijo que era normal que me sintiera así porque todos estábamos mal “por la situación provocada por la pandemia”. Infravaloró mi problema hasta tal punto que nunca me llegó a derivar al especialista. 

Me sentí cuestionada e infravalorada por las personas que supuestamente tenían que ayudarme, me ofrecieron tomar medicación y me trataron simplemente como una “universitaria agobiada”. ¿Cuándo vamos a dar a la salud mental la importancia que merece? ¿Por qué seguimos normalizando la ansiedad y el estrés provocado por el sistema educativo?

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