Me llamo Lucía y vivo en las Islas Canarias. Hace aproximadamente cinco años, empecé a hacer deporte. Yo era muy delgada y después de tener dos hijos, decidí trabajar para llegar a tener un peso ideal. Fue cuando lo conseguí que me noté un bulto en el pecho. Acudí al médico de cabecera y este me pidió cita en la Seguridad Social para que me hicieran una mamografía. Después de dos años y un poco más, todavía estoy esperando a que me llamen para darme cita para la prueba.

Cuando vi que el proceso era largo, decidí visitarme con un ginecólogo mediante el servicio privado. Una vez me exploraron, consideraron que se podía tratar de un simple bultito de grasa y que no había de qué preocuparse, así que yo confié. A partir de entonces, cada vez que menstruaba me sentía extraña en relación con el bulto, así que decidí llamar a la Seguridad Social para ver si podían revisar la solicitud de mamografía. Me dijeron que todavía no tenía cita y que el hecho de que tuviera menos de 50 años desaceleraba el proceso.

Fue entonces cuando supe que existía un centro privado especializado en la mama y decidí acudir. Me valoraron, me hicieron una mamografía, una ecografía mamaria y una biopsia y finalmente me diagnosticaron un cáncer de mama triple negativo, una de las tipologías de cáncer de mama con peor pronóstico debido a su agresividad y a su rápido crecimiento. Gracias a este centro me lo cogieron a tiempo. No tenía afectación en ninguno de los ganglios axilares, solo en el centinela. Enseguida me pusieron en contacto con el hospital y empecé con el tratamiento. En estos momentos he hecho tres sesiones de quimioterapia y me quedan 16. Después de esto, me intervendrán quirúrgicamente. También me están haciendo un estudio genético, ya que no cumplo con las estadísticas que definen la mayoría de pacientes de cáncer de mama triple negativo.

Mi proceso de enfermedad me ha hecho cuestionar el funcionamiento de la Seguridad Social en lo que se refiere a la detección temprana del cáncer de mama. No sé qué habría pasado si no hubiera podido recorrer a un servicio de sanidad privado como a mucha gente le pasa, pero seguramente el desarrollo de mi enfermedad habría ido a peor. Además de eso, considero que se tendría que adelantar la edad cuando se empiezan a hacer las pruebas rutinarias de detección temprana de cáncer de mama. Yo tenía 46 años cuando me noté el bulto y por cuatro años hasta tener 50 no me entraron para hacer la ecografía de manera urgente.

Es por lo presentado que me dirijo a los políticos del Parlamento de Canarias, para que me respondan a la pregunta: ¿Por qué además de invertir a favor de la investigación de la patología, no se adelanta la edad en la que se empiezan a hacer pruebas diagnóstico?