Me llamo Mabel y vivo cerca de Córdoba. A principios de año, durante una revisión ginecológica rutinaria, los médicos se percataron de que alguna cosa no estaba bien. Me hicieron una mamografía y me indicaron que aparecía alguna alteración. Consideraron que para concretar, me harían una resonancia con contraste. La radióloga que me la hizo ya me anunció, después de hacerme la prueba, que «no tenía buena pinta» y que aquella misma tarde me harían una biopsia.

Cuando me dieron los resultados y me anunciaron que padecía cáncer de mama, el médico me informó de que la única alternativa que había para tratar mi caso era practicando una mastectomía del pecho izquierdo, ya que tenía tres tumores. También me informaron de que si veían que los ganglios no estaban afectados, me podrían hacer la reconstrucción del pecho durante la misma intervención quirúrgica. Por aquel entonces, yo me estaba tratando mediante el servicio de salud privado, pero debido a algunas irregularidades internas, me recomendaron que siguiera mi proceso a través de la Seguridad Social. Mi médica consiguió que me derivaran en solo tres días.

Cuando me operaron, vieron que sí que tenía afectación en los ganglios así que me hicieron una mastectomía y un vaciado de ganglios; de 19 que me quitaron, cuatro estaban afectados, pero no pudieron practicarme la reconstrucción. En septiembre empecé a tratarme de manera preventiva con quimioterapia. Una vez termine los seis meses de ciclos, tendré que someterme a un tratamiento de radioterapia y finalmente, a otro de hormonal. La reconstrucción será posterior, pero no se ha definido cuando.

Asumir que tenía 48 años y que estando recién casada iba a perder un pecho fue muy duro. Necesité mi tiempo para interiorizarlo y asimilarlo, pero terminé haciéndolo. El soporte de familiares y de amigos fue fundamental para afrentar la situación de manera positiva. Aun así, la enfermedad me ha hecho percatar de que todo lo que rodea el proceso es un negocio. Tenemos suerte de que haya asociaciones que ayuden proporcionando o financiando parcialmente materiales como pelucas, pañuelos, cojines, medias compresivas, ropa interior específica, etc. pero ¿por qué no hay inversión pública relacionada con esto? Es muy duro psicológicamente pasar por un cáncer y sus tratamientos; igual que hay que cuidar el físico, hay que cuidar la mente y considero que a estos dos aspectos se les tendría que dar la misma importancia.

Cuando padeces una larga enfermedad, además, es uno de los momentos cuando económicamente estás más desamparado. Sabiendo esto, ¿por qué no se impulsan ayudas económicas para financiar parte de los complementos que tan necesarios son para sobrellevar bien la enfermedad? Es por lo presentado por lo que me dirijo a los políticos del Parlamento de Andalucía, ya que son quienes me representan. También me gustaría recordar a las instituciones la importancia de mejorar la inversión que se destina a la investigación del cáncer y de sus tratamientos.