Soy Manuel Sobrino, de A Guarda (Pontevedra) y tengo espina bífida desde que nací, una lesión medular que me impide caminar. Siempre he levantado la voz en contra de aquellas situaciones que considero injustas, y por supuesto, por aquellas que me afectan directamente como persona con discapacidad. 

Sé que para avanzar hacia una sociedad más comprometida, igualitaria e inclusiva tan importantes son las acciones individuales y colectivas, como el lenguaje que empleamos en nuestro día a día, algo a lo que desgraciadamente no se le presta atención suficiente. Especialmente importantes son los mensajes que se lanzan desde las instituciones públicas: "qué" se dice, y "cómo" se dice, adquieren en este caso una mayor significación.

En los últimos años, se han impulsado numerosas iniciativas encaminadas a reducir "brechas" de desigualdad en diferentes ámbitos. Incluso en el del transporte y la seguridad vial. Hace unos meses, la DGT anunciaba la modificación de algunas señales de tráfico para evitar estereotipos de género y educar en igualdad entre hombres y mujeres. Sin duda un paso en la buena dirección.

Por eso resulta difícil entender que en muchos pueblos y ciudades puedan encontrarse todavía señales verticales con la leyenda "excepto minusválidos" para indicar la prohibición de aparcar en las plazas reservadas a personas con discapacidad. Un término, "minusválido", claramente despectivo y actualmente en desuso que debería ser substituido lo antes posible por formas correctas como "personas con movilidad reducida" o "personas con diversidad funcional".

Algunos Ayuntamientos ya han mostrado su compromiso de cambiar este tipo de señalización. Otros hace tiempo que han tomado la delantera. Sin embargo, no es suficiente... Es necesaria una norma a nivel estatal que imponga la obligatoriedad de modificar estas señales en el conjunto del país. Solo así estaremos un poco más cerca de lograr una inclusión real y efectiva.

Me gustaría que el Congreso de los Diputados se hiciera eco de esta petición