Pregunta para Senado
Las enfermeras trabajamos en malas condiciones, con pocos recursos y contratos esporádicos. Es hora de que se respeten los derechos de los sanitarios y de los pacientes. ¡Queremos que nos escuchen!
Mi nombre es Marcos Domínguez, tengo 24 años, soy asturiano y trabajo como enfermero en Madrid. De pequeño, recuerdo que mi juego favorito era cuidar a mis muñecos. Siempre estuvo en mí esa vocación de atender y cuidar de la gente, me gusta poder estar cerca de ellos y acompañarlos.
Es cada día más difícil poder dar una atención cercana, debido a la gran cantidad de pacientes y la falta de recursos y personal. Lo que más extraño de mi trabajo es poder sentarme 5 minutos con un paciente y simplemente hablar con el de su vida.
En mi planta somos 4 enfermeras, todas especialistas en diálisis. Hace unos días, me sacaron de mi unidad, ya que necesitaban una enfermera para habilitar una nueva sala. Mi compañera tuvo que encargarse de mi trabajo y el suyo, mientras yo tuve que ponerme a montar una sala de atención desde cero. Moví a más de 10 pacientes, que no entendían a donde iban, mientras, intentaba enterarme de quiénes eran, cuáles eran sus historias y que medicación tomaban. En la sala nueva no había las suficientes tomas de oxígeno, era abierta y sin persianas, todos tenían que compartir el baño. Estamos hablando de una calidad asistencial nula. Ese día llegué a casa agotado y me largué a llorar, del estrés y de tener a mis pacientes en esas condiciones.
Sé que no soy el único, he recibido cientos de mensajes de compañeras que están igual de cansadas. No podemos más, es un problema insostenible y que va más allá de la comunidad autónoma. Actualmente, existe un déficit de 89 mil enfermeras en España, lo que no entienden, es que no es que no haya enfermeras, es que nos tratan mal. El colectivo está maltratado psicológica y físicamente, con contratos precarios que no nos permiten vacaciones ni descansos. Por eso muchas prefieren irse a los centros privados, aunque la paga sea menor, el tener un contrato te asegura poder tener estabilidad, salud y lo más importante, una vida.
La precariedad de nuestro trabajo se justifica en nombre de la vocación y lamentablemente quien paga son los pacientes, que reciben una mala atención sanitaria. Por todo esto, hago un llamado a los miembros del Senado para que nos escuchen, para que se tomen medidas que aseguren mejores condiciones laborales a todas las enfermeras.
Si nosotros paramos se para todo y es hora de que se le dé la importancia que merece a nuestro trabajo. La sanidad es un pilar fundamental de nuestra sociedad y es hora de salvarla.
No es una lucha de los sanitarios, sino de todos.