Pregunta para Ciudad autónoma de Ceuta
“¡Mamá, odio el patio, no tengo amigos!” Necesitamos que los patios inclusivos sean una realidad para que el derecho al juego incluya a todos los niños/as sin distinción, integrando la diversidad
En nuestro hogar, la neurodiversidad está a la orden día, cada uno percibe el ambiente de forma diferente, los cuestionamientos sobre el entorno son dispares, y a lo que a uno le resulta apasionante a otro le puede parecer totalmente indiferente. Los hobbys, la forma de ser, de expresar las emociones, varía incluso entre hermanos que solo se llevan doce meses de diferencia. Para el mayor, de 8 años, su mejor premio es recibir dinero para que pueda ir ahorrándolo, para el de 7, ir a la pescadería y poder elegir el pescado que quiere para luego limpiarlo, el mayor de los privilegios.
En cada uno, un abanico de personalidad para los que como padres perseguimos un fin común, que sean felices, y que el sistema educativo entienda sus necesidades para que sean cubiertas como las de cualquier otro alumno neurotípico, dentro y fuera del aulario, sin que queden desatendidas las zonas de ocio, como el patio, y motivo por el que lanzamos esta petición.
El recreo es el lugar en el que se desarrolla el derecho al juego, y sin un patio inclusivo, se excluye a parte del alumnado que necesita de actividades dirigidas, acordes al modo de percibir los estímulos de su alrededor. De no hacerlo, como pasa en nuestro caso, la hora del recreo se convierte en un auténtico martirio, en que se suelta a los niños, y el ruido y la actividad física resultan estridentes y agobiantes si se perciben desde el autismo.
Lo que para unos, los gritos, pelotazos y carreras incesantes son imagen de alegría y jolgorio, para quienes se encuentran dentro del espectro autista, son motivo de sufrimiento porque no tienen una rutina, ningún control sobre lo que acontece, y lo peor de todo, muchos educadores no están dispuestos a comprenderlo.
No entienden la agonía que pasa todas las noches mi hijo pensando en que cada día tendrá que enfrentarse a ese momento de estar en el patio, y con lágrimas en los ojos me dice: “mamá no quiero ir al colegio porque odio el patio no tengo amigos mamá”, “ayúdame mamá”, ¿y cómo le ayudo? presentado un proyecto de patio inclusivo al centro escolar que ni siquiera ha sido debatido, pidiendo que pueda llevarse un metro láser para realizar mediciones en el patio, porque le entretiene, y que le niegan alegando que es un material no permitido en el centro.
Si mi hijo disfruta midiendo paredes, bancos, el mobiliario… porque su mente en más científica, y el láser no resulta peligroso, por qué eso no y una pelota en cambio sí. Él tiene el mismo derecho que el resto de alumnos a pasarlo bien en ese momento de ocio aunque lo haga solo, porque no existe un espacio idóneo para realizarlo de forma conjunta en el que se fomenten las habilidades sociales como el trabajo en equipo, la empatía o el pensamiento crítico para todos/as.
Para fomentar la diversidad y la inclusión en nuestros recreos, y poder recoger a nuestros niño/as del colegio sin ese malestar que se te pone en el estómago ante la incertidumbre de saber cómo habrán pasado el día. ¿Me ayudas a ser escuchada con tú apoyo y difusión a esta petición?