Me llamo María y soy mamá de una niña de 9 años que, hace aproximadamente un año y medio, diagnosticaron con autismo de nivel 1. A medida que nuestra hija iba creciendo, detectamos que había algunas diferencias en su conducta en comparación con otros niños y niñas de su misma edad. Aun así, al ser hija única por mí parte, no tenía un referente muy claro para poder ver claramente las diferencias en cuestión. 

No fue hasta que empezó la primaria, que una de sus profesoras nos recomendó que visitáramos a un especialista, porque habían detectado comportamientos poco habituales, y veíamos que nuestra hija en algunas ocasiones lo pasaba mal. Fue después de eso que empezó el proceso de diagnóstico que culminó el año pasado y que nos sirvió para, en cierto modo, aliviar el sufrimiento de no tener una explicación a lo qué pasaba y para poder empezar a trabajar para buscar el bienestar de nuestra niña.

El autismo de nivel 1 puede pasar muy desapercibido en algunas ocasiones, y eso puede conllevar sufrimiento, ya que algunas veces, puede ocurrir que se achaquen algunos comportamientos a “caprichos” o a temas educativos. En este sentido, nosotros hemos notado una falta de conocimiento entorno al autismo a nivel de sociedad en general. 

La desinformación sobre la condición es real y consideramos que se debería de tener en cuenta que la realidad plasmada en este texto, la nuestra, es también la de muchas otras familias. Consideramos que se debería de invertir en mejorar el sistema educativo en general, para así poder formar a los docentes para ayudar a detectar el autismo, además de aprender a tratarlo en los centros educativos.

Es por este motivo que nos dirigimos a la Asamblea Regional de Murcia: ¿Por qué no se mejora la inversión en educación, tomando en consideración las diferentes realidades y la necesidad de formar a los docentes de forma continuada?