A Martina la gusta mucho sonreír, la música y jugar con su hermano. Era nuestro mayor deseo desde hace años, lo teníamos todo planificado a su llegada, y al nacer, sufrió una lesión cerebral por falta de oxígeno en el cerebro. 

Nos dimos de bruces contra la realidad que se vive cuando tienes discapacidad, y comienza la verdadera lucha con la burocracia para proporcionar a nuestra hija todo lo necesario para mejorar su evolución, un futuro mejor. 

El problema es que aunque nosotros trabajemos por mejorar sus circunstancias, la sociedad no ayuda a generar el verdadero cambio hacia la inclusión. Es por ello necesario que las autoridades incrementen “esos pequeño cambios” que inician una modificación social. 

Mejorar las condiciones de acceso a colegios, hospitales, obras públicas, zonas de ocio, crear conciencia sobre la importancia de tener espacios aptos para cualquier público, en lo que se pueda hacer vida como uno más. 

Queremos que nuestra hija pueda tener una infancia, adolescencia y adultez, en el que las limitaciones las ponga ella y no las infraestructuras impuestas por la sociedad.
Que no minimicen sus capacidades o las infantilicen como hemos visto en muchas ocasiones. Trabajamos para que su discapacidad forme parte de su identidad, es Martina con su condición, aunque muchas veces cueste aceptarla y casi siempre vean primero su discapacidad y no a ella.

Por ello es tan necesario la concienciación desde la infancia, para no tener que argumentar que la discapacidad es mucho más que un diagnóstico, que antes que la patología, hay personas con sueños, proyectos e inquietudes. 

Grandes capacidades en personas con discapacidad. Es lo que Martina nos enseña cada día y a lo que queremos dar visibilidad, para mejor su futuro en los diferentes ámbitos de la sociedad.