Me llamo Mariola, soy venezolana y hace cuatro años que vivo en España. En agosto de 2021 me llegó la carta que me daba cita para participar en el cribaje de detección de cáncer de mama rutinario y acudí a hacerme una mamografía. De los resultados, los profesionales sanitarios extrajeron que tenía pequeñas calcificaciones en la mama que no eran perceptibles exteriormente. Enseguida me sometieron a un seguido de pruebas diagnósticas que terminaron concluyendo que padezco cáncer de mama luminal B ductal infiltrante y que la patología se encontraba en estadio III. Por suerte, los ganglios no estaban afectados, pero al hacerme una prueba llamada Prosigna, basada en determinar cuál es el porcentaje de volver a reproducir el cáncer, determinaron que necesitaba hacer quimioterapia por prevención. Me intervinieron quirúrgicamente dos veces (la segunda para limpiar los bordes), y posteriormente empecé con el tratamiento.

En estos momentos he terminado la quimioterapia y empezaré con un tratamiento de radioterapia que se compondrá de 15 sesiones. El acompañamiento médico recibido ha sido excelente; de hecho, considerando que si me hubieran detectado la patología en Venezuela no habría tenido las posibilidades de acceder al tratamiento y de curarme que he tenido en España, estoy muy agradecida. Aun así, hay un aspecto que considero que se debería de tratar, ya que es imprescindible para todos los pacientes que reciben un diagnóstico como el mío o similar. Se trata de la atención psicoemocional. Es necesario que se ofrezca un soporte en este sentido desde el momento del diagnóstico. El término “cáncer”, además de la realidad que conlleva la enfermedad, da mucho miedo y requiere de este tipo de ayuda para hacerle frente en el estado anímico pertinente. Este servicio existe, pero hay demora en ofrecerlo. De hecho, a mí me lo han ofrecido ahora; una vez terminada la quimioterapia.

Además, soy madre de un chico de 26 años que es dependiente. Desde que me operaron por primera vez, no he podido hacerme cargo de él refiriéndome al ámbito físico. Después de toda una vida cuidando de él, tener que aceptar que ahora no puedo ayudarle porque mi cuerpo no me lo permite es muy duro. Tengo la suerte de tener una hija de 22 años que nos está ayudando muchísimo, pero en este sentido también he echado en falta el soporte de un profesional del ámbito psicológico que me acompañara a aceptar la condición a la que me afrento debido a la enfermedad. Además, la ayuda en casa de un profesional que apoye en la labor del aseo familiar, que ya existe y es viable, no se ofrece o cuesta acceder a ella. De hecho, yo la he solicitado y aún no he recibido respuesta. Pienso que este trámite debería de ser automático o como mínimo más ágil. Es por esto que lanzo esta petición, dirigida a los políticos de la Asamblea de Madrid, ya que son quienes me representan: ¿Cuándo se va a invertir a favor de proporcionar ayuda psicoemocional a mujeres que se encuentran en una situación similar o igual a la mía, además de mejorar la inversión destinada a la investigación?

De hecho, he tenido la suerte de poderme tratar en el ámbito de la psiconeuroinmunología de manera privada y los beneficios que me ha aportado la terapia están siendo de gran ayuda. He podido manejar aspectos como el dolor, la depresión, la ansiedad, la gestión de todo lo que se relaciona con la afectación sobre el ámbito laboral que conlleva el proceso de enfermedad, etc. Es muy importante poder beneficiarse de este tipo de acompañamiento, así como es imprescindible y fundamental apostar por la investigación tanto como sea posible.