Pregunta para Parlamento de Andalucía

Fui madre a los 17 años y, aunque no me arrepiento de mi decisión, no se lo recomendaría a ninguna adolescente. ¿Qué medidas están tomando para animar a las chicas a formarse y encontrar estabilidad antes de ser madres, y así prevenir embarazos tempranos?

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Me llamo Mariola, soy de Sevilla y tengo 26 años. Tengo dos hijas: Manuela, de nueve años, y Arabia, de seis meses. Esto significa que fui madre a los 17 años. No fue exactamente algo que buscara, pero tampoco tomaba las precauciones necesarias para no quedarme embarazada, aun sabiendo lo que suponía.

Cuando supe que estaba embarazada, fue un shock para mí. Además, estaba en una situación muy complicada, ya que había crecido en un centro de menores por circunstancias familiares. Por suerte, conté con el apoyo de mi hermano y mis abuelos y decidí seguir adelante con el embarazo.

Tanto el embarazo como la maternidad fueron etapas muy difíciles, con muchos altibajos. Además, el trato en el parto no fue nada bueno, aunque es algo de lo que me di cuenta cuando tuve a Arabia, ya que tuve con qué comparar.

Por supuesto, no me arrepiento de la decisión que tuve: Manuela me salvó de otro tipo de vida que podría haber llevado, que no quiero ni imaginarme. Aun así, si pudiera lanzar un mensaje a las chicas adolescentes del país, sería que la vida es muy larga, que tienen tiempo de sobra para ser madres, y que antes tienen muchas cosas por hacer: estudiar, viajar, encontrar trabajo, emanciparse…

En mi caso, no llegué a sacarme la ESO, y ahora me gustaría sacarme también el Bachillerato, poder estudiar una carrera y encontrar un trabajo que me llene. Con el ritmo de vida que llevo ahora, no puedo permitirme estudiar, pero es algo que tengo en mente y que creo que acabaré consiguiendo, aunque sea de aquí bastantes años.

Es por esto que quiero dirigirme a los miembros del Parlamento de Andalucía, ya que soy de Andalucía y son mis representantes en dicha cámara, para que desde los centros escolares se conciencie más sobre las consecuencias de ser madres adolescentes y se anime a tener antes una formación que les permita ser independientes.

Cuando tuve a Manuela, en aquel momento me sentía muy mayor, muy responsable y me veía capaz de lo que fuera. Viéndolo con perspectiva, me doy cuenta de que realmente era una niña que tuvo que hacerse mayor y convertirse en una mujer adulta. Incluso ahora, con 26 años, me veo muy joven para tener una hija de casi 10 años.

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