Pregunta para Cortes de Castilla-La Mancha

Tuve que interrumpir mi embarazo en la semana 36 por no tener un diagnóstico precoz. ¿Cuándo incorporarán otras pruebas más precisas y menos invasivas para evitar pérdidas tan tardías como la que tuve yo?

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Me llamo Marta, soy de Ciudad Real y tengo tres hijos: Alonso, mi ángel Bruno y Néstor, mi bebé arcoíris. Cuando estaba embarazada de Bruno, en la semana 20 empezaron a hacerle diferentes pruebas relacionadas con el peso, ya que Alonso también había nacido con bajo peso.

Se fijaron tanto en el tema del peso que creo que no se fijaron en otras cosas. En la semana 28 se suponía que estaba todo perfecto, excepto por el peso, que estaba por debajo de la media. Fue en la semana 31 que la doctora vio que mi hijo tenía algo en la cabeza que no era normal: un ventrículo se le estaba llenando de líquido y pensaba que era una ventriculomegalia severa. Aun así, dijo que aun teniendo esto podría llevar una vida normal.

Estuvieron haciéndome pruebas desde entonces hasta la semana 36. En la semana 33 me enviaron a Madrid y el doctor de allí me dijo lo que ocurría realmente: Bruno tenía un tumor cerebral intracraneal y lo más probable era que no sobreviviera. El mejor pronóstico era que primero sobreviviera a la cesárea, segundo sobreviviera a la cirugía para extirparle el tumor y finalmente que se quedara en estado vegetal. El tumor estaba dentro del cerebro, era muy inaccesible y la cirugía habría sido muy complicada. Fue un jarro de agua fría para mí.

Para que estos ocho meses no fueran en vano, lo que quería era esperar a tener un parto y donar los órganos de Bruno, para al menos ayudar a algún bebé que tenía posibilidades de tener una vida con calidad. Sin embargo, los médicos están obligados a intentar salvarle la vida cuando nace, y para mí solo significaba alargar una agonía innecesaria. Finalmente, visto que me quedé sin opciones, decidí parar el embarazo.

Aunque tomé esta decisión en la semana 33, entre hacer papeleos, pasar por un tribunal médico y por distintas pruebas médicas, no se interrumpió el embarazo hasta la semana 36. Creo que en casos como este se debería agilizar todo mucho más, ya que a medida que pasaba el tiempo, él era más grande y más difícil era el proceso y más duro era para mí.

La interrupción del embarazo fue en una clínica en Madrid donde me derivaron desde Ciudad Real. La verdad es que creo que se podría haber hecho mucho mejor, básicamente porque no me sedaron, no me taparon los ojos, estuve lúcida en todo momento, y vi en un televisor cómo provocaban el paro cardíaco a mi bebé. Me pareció muy poco humano que no tomaran las medidas necesarias para que fuera una vivencia lo menos dolorosa posible.

Es por todo esto que quiero dirigirme a los miembros de las Cortes de Castilla-La Mancha, ya que soy de Castilla-La Mancha y son mis representantes en dicha cámara, para que se hagan controles perinatales más efectivos que puedan detectar a tiempo complicaciones en el embarazo y, en el caso de que sea necesario interrumpirlo, se pueda hacer lo antes posible.

A veces hay controles como análisis de sangre o algunas ecografías que, en mi opinión, podrían sustituirse por otras pruebas como resonancia magnética, para profundizar mejor en un diagnóstico. También al principio debería hacerse la de sangre materna para la futura mamá que pueda ser de riesgo porque haya algún caso en su familia o le haya pasado algo anteriormente.

También destacar la resonancia magnética fetal, que gracias a ella se vio el tumor de mi hijo perfectamente. Creo que deberían tomarse en consideración varias pruebas con las que se puedan encontrar anomalías que con las rutinarias no se pueden detectar. En general, creo que es una cuestión de hacer más hincapié en los controles fetales y no dejar pasar tanto tiempo entre revisiones.

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