Me llamo May Rueda y mi cuñada, que es como una hermana para mi, padeció cáncer de mama.

En el año 2016, cuando ella tenía 36 años, descubrió un pequeño bulto en su pecho izquierdo. Le dijimos que fuese al médico, a lo que en principio se mostró algo reticente, pues siempre había tenido mucho miedo a la palabra “cáncer”. Al poco tiempo, nos dijo que el bulto había crecido y pidió cita en un médico de pago para que la revisase. Una vez allí, le hicieron una biopsia y le dijeron que tenía un nódulo mamario con el que se tendría que acostumbrar a vivir.

Dos años más tarde, en octubre de 2018, nos mostró el pecho izquierdo, que presentaba una herida superficial. Era sábado y le dije que el lunes la acompañaría al médico. Finalmente, fue con su hija, esta vez por la Seguridad Social, y le realizaron otra biopsia. A continuación, la derivaron a oncología, dónde le confirmaron que tenía un tumor bastante avanzado.

Le empezaron a hacer pruebas para determinar el tipo de tumor y el mejor tratamiento para combatirlo y, aunque la oncóloga le dijo que el proceso no iba a ser nada fácil, estaba a tiempo de curarse. 

En noviembre empezó con el tratamiento de quimioterapia, que se prolongó durante seis meses. La acompañé a todos los ciclos y, si bien tuvo momentos de mucho malestar, no fue algo demasiado dramático. El día 31 de diciembre, me llamó para felicitarme por mi cumpleaños y me dijo: —tengo una mala noticia, se me está cayendo el pelo— fue uno de los golpes más duros de todo el proceso y lo que peor ha llevado.

Recuerdo que durante esta época, nació en ella una fortaleza y valentía increíbles, las cuales nunca había mostrado, quizá por su miedo a pasar por esta enfermedad. En cambio, cuando le detectaron el tumor, llegó a ser ella quien le restaba importancia al cáncer, llegando incluso a ponerle el nombre de “Filito”.

Una vez completada la quimioterapia la operaron, extrayéndole el pecho afectado y 22 ganglios. Poco después empezó con las sesiones de radioterapia, que le causaron bastante irritación en la piel y molestias en la garganta.

Ahora sigue un tratamiento en pastillas, que dura cinco años; y está a la espera de realizarse la reconstrucción y quitarse el otro pecho, pues le realizaron un test de genética y resultó ser positivo en el gen BRCA1.

Por ello, me dirijo a las Cortes de Castilla La Mancha, con el objetivo de que destinen más recursos a la investigación contra el cáncer, pues cada vez son más las personas que padecen esta enfermedad.