Pregunta para Parlamento de Catalunya

¿Por qué a las personas que hemos pasado un cáncer se nos cuelga una etiqueta de por vida?

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Mayra Calvente Pregunta de Mayra Calvente

Hola, 

Yo soy Mayra, tengo 43 años y soy de Mollet, en Barcelona. Con 41 años me detectaron un tumor en el pecho, bastante agresivo. Tuve que enfrentarme a una fuerte quimioterapia que se prolongó durante 8 meses, a lo que se sumó una intervención, radioterapia y el tratamiento hormonal posterior. 

A mí, la vida me cambió en una ducha de tres minutos, una de esas rutinarias que te das con prisas, con las prisas que te marca el ritmo cotidiano. Sí, la vida me cambió en esa ducha de tres minutos, en la que entré como otro día cualquiera, y salí llorando, sabiendo que me había palpado un bulto y que podían no venir cosas buenas. Ahí empezó mi cruzada. ¿Y sabéis qué? El cáncer puede empezar así, ahí, en cuestión de segundos, pero no termina con la última sesión de tratamiento, o cuando te dicen que estás curada. Entonces empieza otro largo e intrincado camino, que es seguir viviendo después de un cáncer. Entonces llegan las secuelas y el estigma. 

Yo he vivido el cáncer como paciente, pero también lo viví como acompañante, hace 13 años, cuando a mi hijo le detectaron leucemia con dos años. Con mi hijo tuvimos que afrontar episodios graves, momentos duros, pero aun así siempre tuve la certeza de que él iba a salir adelante. Sin embargo, cuando me ocurrió a mí, por primera vez en la vida me planteé que podría morirme. “¿Y si me muero?”, pensaba. “¿Qué me pasará? ¿Cómo estaré tras las primeras sesiones de quimio? ¿Cómo me sentiré?”. Y entonces detecté la falta de entendimiento que existe, la ausencia de normalización de la enfermedad. Conozco, de primera mano, y he vivido en primera persona las carencias que acarrea esta enfermedad, a todos los niveles. Y por eso puedo afirmar que queda mucho por hacer. 

Los pacientes oncológicos nos vemos sumergidos en un limbo profesional y laboral una vez superamos la enfermedad. ¿Por qué? Y os contaré mi caso. Tras estar un año y medio de baja, solicité el alta voluntaria, y al regresar a mi trabajo, me encontré con un cambio de puesto y distintas condiciones laborales. ¿No podía desempeñar las mismas funciones? Os preguntaréis… Pero lo cierto es que sí, podía y puedo desempeñar las mismas funciones. Pero he superado un cáncer de pecho, llevo esa etiqueta colgada, como otras muchas personas. Se nos discrimina porque “¿Y si nos vuelve a pasar otra vez? ¿Y si tengo que estar otra vez de baja?” Queremos y podemos trabajar, cada uno con nuestras limitaciones, pero ¿por qué no se nos tiene en cuenta? Tan solo deben preguntarnos qué queremos y podemos hacer, hasta qué punto llega nuestro cuerpo…

Enfermar sale caro, desde luego, en sentido social, profesional, pero también en el sentido estrictamente económico. Cada paciente que padece cáncer se enfrenta a un desembolso económico exorbitado, tanto en materia estética como en lo relativo a los medicamentos. Por suerte, yo he podido asumir dichos gastos, pero ¿qué ocurre cuando una persona no puede permitirse esto? Y es tan necesario el cuidado médico como el estético. Porque se enferma por dentro y por fuera. 

¿Por qué se descuida tanto al paciente y su situación en la etapa post-tratamientos? En este último año, en el que yo ya había superado la enfermedad, pero sigo en tratamiento hormonal y las revisiones son obligadas, no he tenido una sola visita médica presencial. La pandemia ha venido para transformar nuestras vidas, sí, y soy consciente, pero ¿acaso no hay más enfermedades además del Covid? 

¿Qué estoy queriendo decir con esto? Que hay aún mucho por hacer, a nivel burocrático e institucional en la etapa post-oncológica, pero sobre todo a nivel social. La conciencia nos castiga, trata de reprimirnos, nos encasilla por haber padecido esta enfermedad cuando, desgraciadamente, puede presentarse en la vida de cualquiera. 

A pesar de todo esto, me considero afortunada, porque la enfermedad me ha dado mucha tregua, y no acarreo grandes secuelas. Soy una soñadora empedernida, me encanta tener retos y, sobre todo, me gusta ayudar a la gente… Cualquiera que lo necesite podrá acudir a mí porque sí, muchos pasamos por lo mismo, y nos enfrentamos a situaciones que nos descolocan, nos empapan de una incertidumbre y un miedo atroz. Y entonces, ahí, tan solo necesitas una persona que empatice, que sepa a lo que te estás enfrentándote y pueda brindarte un brazo, o un simple oído. 

Por eso desde aquí me dirijo a vosotros, pacientes oncológicos, para que sepáis que existen brazos y oídos a los que acudir. Me dirijo también a vosotras, personas que convivís con nosotros en este mundo, para pedir normalización y conciencia social. Y me dirijo también a vosotros, políticos e instituciones, representantes en el Parlament de Catalunya, porque desde la conciencia política puede llegarse a la conciencia social. ¿Cuándo se tendrá en cuenta a los pacientes oncológicos una vez que superan la enfermedad?

Estoy para vosotros. Y esperemos que la sociedad y las instituciones estén también para todos nosotros, en un futuro que confío esté muy, muy cercano. 

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