Pregunta para Congreso de los diputados
Me llamo Mel y soy una persona no binaria, ¿incluirán en la nueva Ley Trans el derecho a la autodeterminación identitaria sin patologización para las personas no binarias?
Me llamo Mel Constain soy activista por los derechos humanos y estudié psicología y sexología. Soy una persona no binaria y junto un grupo de compañeres no binaries he participado en la redacción de una propuesta para la consulta pública abierta por el Ministerio de Igualdad para la redacción de una Ley para la Igualdad Plena y Efectiva de las personas Trans.
Las personas no binarias también formamos parte del colectivo trans. En mi caso, mi proceso para aceptar y expresar que soy una persona no binaria fue lento. Al principio el término me resultaba extraño y me asustaba no saber qué estaba sucediendo. Vivimos en una sociedad que tiende a tacharte de rara o con problemas si eres una persona que siente y expresa la identidad diferente a como te indicaron. Que te dice que no es posible ni real si no eres el hombre o la mujer que dijeron al nacer, que es un error lo que eres.
Desde siempre tenía muchas dudas y nunca terminaba de encajar, las niñas decían que no era de su grupo y los niños también. Nunca entendí qué era eso que me hacía hombre o mujer, solo que era diferente y que estaba mal lo que sentía. Al no tener referentes ni palabras para definir cómo me sentía me fue muy difícil tener herramientas para aceptarme y validar mi vivencia. En la adolescencia fui conociendo a personas trans binarias y no binarias, encontré espacios de activismo LGTBIAQ+ y feministas.
Con el tiempo pude expresar y entender qué me pasaba, se habían equivocado al asignar mi identidad y además, no era lo que se entiende como hombre o mujer. Pude liberarme de la confusión, del miedo y del malestar, hoy en día no tengo ningún problema con mi identidad: sé quién soy y mi cuerpo e identidad no son el problema, son las creencias binarias y machistas de nuestra sociedad. Mi problema se encuentra en el no reconocimiento de mi identidad legal ni socialmente, en la discriminación que esto genera, en que se vulneran mis derechos.
Me gustaría reivindicar y reclamar a la clase política en particular y a la sociedad en general que se trate el tema con respeto y empatía. Ante todo somos personas, personas que tienen una historia y unos sentimientos. Como personas merecemos respeto y ser escuchadas, no somos parte de una teoría o una ideología, somos una identidad más de la diversidad humana. Pedimos tener los mismos derechos humanos, sexuales y reproductivos que el resto de personas, pedimos que nuestra vida no sea un motivo de discriminación y violencia. Pedimos no tener que recordar que somos personas que merecen respeto y no ser violentadas.
Consecuentemente, quiero pedir y reclamar a la clase política que para la elaboración de esta ley se cuente con conocimiento actualizado, no patologizante y con los colectivos de personas trans como el de No Binaries España, asociación que trabaja por nuestros derechos.
Muchas personas desconocen la existencia de las personas no binarias, por eso mismo es necesario que se incluya en la ley una definición. Las personas no binarias somos aquellas que nuestra identidad sexuada no coincide con la asignación al nacer y además no se encuentra en las categorías de hombre y mujer hegemónicas. Asimismo, el apartado de definiciones de la ley debería incluir otros términos de identidades afines y el reconocimiento de le enebéfobia, la violencia que vivimos las personas no binarias por las creencias binarias como que solo existen dos opciones identitarias o que somos una teoría.
Una de las reivindicaciones más unánimes que muchos de los colectivos quieren que se incluya en la nueva Ley Trans es la autodeterminación de género sin ninguna tutela: es imprescindible para cumplir con la despatologización y el cumplimiento de los derechos humanos. La identidad sexuada que cada persona defina para sí es esencial para su personalidad y constituye uno de los aspectos fundamentales de su autodeterminación, dignidad y libertad. El derecho a la identidad es un derecho no una patología. Por tanto, será necesario deslegitimar y eliminar todo proceso diagnóstico y de tratamiento para tratar de “corregir, cambiar o reconvertir” la identidad, no son efectivas y además perjudican nuestra salud y bienestar.
También es esencial que la autodeterminación de la identidad jurídica abarque tanto el nombre como el indicativo al sexo, debiendo realizar los cambios oportunos sin condiciones previas patologizantes, tutorizantes ni con procesos largos y costosos en toda la documentación. Los trámites deben ser sencillos, cortos, gratuitos y con la posibilidad del asesoramiento para quién lo requiera.
Se podrán seleccionar nombres que concuerden o no socialmente con el planteamiento de masculino o femenino, facilitando así los nombres a las personas trans, especialmente a las no binarias y afines.
No debemos olvidar que el objetivo es promover y garantizar la igualdad plena, real y efectiva. Por tanto, no debe generar una doble discriminación para aquellas personas que además de ser trans viven otras circunstancias por las que ser discriminadas. Por ello, pido que se explicite y tenga en cuenta diferentes situaciones. Soy una persona migrante y sé perfectamente que cuando se cruzan realidades que son discriminadas es mucho más complejo y para conseguir igualdad tenemos que aparecer en la ley.
Por ello, es imprescindible incluir específicamente el derecho a la autodeterminación en igualdad de condiciones para personas extranjeras o migrantes puesto que sus identidades no deben ser discriminadas por razón social de racismo o situación legal. Y teniendo en cuenta la necesidad de asilo y protección legal.
También se deben incluir a las personas menores edad en las mismas condiciones que las adultas, ya que la identidad no debe constituir un derecho únicamente asociado a la edad porque cada persona vive su proceso indistintamente de la etapa vital en la que se encuentre. Nuestra identidad se desarrolla desde la infancia y sin que se proteja nuestros derechos seguiremos creciendo con dolor, acoso escolar, confusión y menor calidad de vida.
El hecho de convivir con una discapacidad, diversidad funcional, neurodivergencia y/o trastorno no debe ser, tampoco, motivo para excluir a una persona de su derecho a la identidad sexuada.
Deberá aparecer una mención específica para que se salvaguarde a las personas mayores y su envejecimiento activo, con el mejor bienestar y calidad de vida, atendiendo a sus procesos identitarios y a las necesidades que tengan comenzando procesos legales o médicos.
No debemos olvidar los espacios segregadores, como baños, vestuarios, el deporte, las penitenciarias, las residencias de mayores o las alas psiquiátricas. Estos espacios suelen ser espacios binarios, solo para hombres y mujeres, y con poco conocimiento sobre las realidades trans generando malestar y probablemente violencia. Por ello se deben tomar medidas de inclusión como espacios mixtos, espacios específicos, formación, protección y prevención de las discriminaciones.
Finalmente, si conociéramos y nos vieran frecuentemente como personas, personas con profesiones, trabajos, estudios, familia y sentimientos. Si hubiese una representación diversa y real de nuestras historias en los medios de comunicación y la educación, sería más sencillo comprender y fomentar el respeto. No pedimos más ni pisamos a otras personas ni colectivos, solo pedimos los mismos derechos. Pedimos poder existir y vivir sin agresiones.