Hola, soy Miguel, tengo 63 años, tengo movilidad reducida y vivo prácticamente confinado en mi domicilio debido a las barreras arquitectónicas que hay en mi edificio. Cuando tenía 15 meses fui afectado por la polio y las secuelas de esta enfermedad me han postrado en una silla de ruedas. Llevo varios años siendo limitado en movilidad y el simple hecho de salir de casa me supone un gran riesgo. 

Salir a la calle para mi es una aventura diaria. No tengo ascensor ni hay posibilidades de ejecutar mejoras en accesibilidad, por lo que me veo obligado a bajar de la silla de ruedas que tengo en casa al suelo, arrastrarme hacia los escalones, que son 16, reptar hasta abajo y sacar otra silla en el cuarto de contadores que me permita salir a la calle. Mis brazos carecen de fuerza y la silla de calle está guardada en un local exterior, por lo que cada día esto me supone más y más esfuerzo. Todo esto para simplemente salir de mi domicilio. Mi enfermedad y mi dependencia crece cada día y llegará el momento en que me vea obligado a vivir recluido en mi casa. 

Las personas con discapacidad tenemos el derecho a elegir con quién y dónde vivir. Para que ese derecho sea real, los Estados que firmaron la Convención de derechos de las personas con discapacidad tienen la obligación de dar todos los apoyos necesarios para que las personas con Diversidad Funcional podamos vivir como elijamos sin ser aisladas. Pero la realidad no es esta. Y la misma situación que estoy viviendo yo, es la de 300 mil personas en España.

Mi testimonio personal es para reivindicar la situación de nuestro colectivo. Esta es la cruda realidad de miles de discapacitados como yo. El poder salir de nuestras casas supone toda una odisea, hasta el punto de que podemos pasar larguísimas temporadas metidos en ellas. Somos prisioneros de nuestras propias viviendas. No estamos en una cárcel, pero carecemos de libertad. Es una dejadez absoluta de las fuerzas políticas con las personas con movilidad reducida. Por eso quiero dirigirme a los miembros del Ayuntamiento de Madrid y denunciar la falta de empatía que hay ante esta situación. Se están vulnerando mis derechos como persona. A mis 63 años no puedo estar reptando por el edificio para poder salir a la calle corriendo incluso en riesgo de caerme. ¡Que se cumplan las leyes ya!