La salud mental de Madrid no debe ser un “sálvese quien tenga”: Más profesionales y menos tiempo de espera en la sanidad pública madrileña
Mateo, muchas gracias.
La salud mental es otro de los sectores que por un desinversión en la Comunidad de Madrid, está especialmente dañado. La pandemia no nos ha ayudado nada y hay mucha gente que se ha ido sumando a padecer ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y enfermedades más complejas que nos están dificultando mucho llevar una vida normal. Y por eso elaboramos un plan de choque en salud mental con un compromiso de llegar a los 10 profesionales de psiquiatría y psicología por 100.000 habitantes para corresponder con los ratios europeos.
Queremos reducir los tiempos medios de espera a 10 días entre la primera cita y las siguientes citas. Hacer campañas de sensibilización, como tu decías, frente al estigma. La sociedad no entiende que igual que alguien tiene diabetes y le sube el azúcar, las enfermedades mentales tienen otro tipo de sintomatología pero se puede llevar una vida con el acompañamiento adecuado.
Nos da mucho coraje que una comunidad rica como Madrid viva en el “sálvese quien tenga”. Las familias que, como es mi caso, podemos pagar unos psicólogos privados puedan acceder a un tratamiento, y otras familias no pueden acceder a los recursos de salud mental y tengan que quedar relegadas. Como tú dices, afecta a una parte importantísima de la población, en cantidad.
Respecto de la salud mental de los trabajadores, efectivamente una jornada semanal de 32h también ayudaría en la salud mental. De momento nos vamos a quedar a las 35 hasta que hayamos hecho la prueba de las 32. Todo eso ayuda, Mateo, a que se os atienda mejor. Para reducir la barrera que separa al paciente de los profesionales sanitarios. Más Madrid presenta la propuesta de humanizar la sanidad. Esta falacia de que el presupuesto no puede ser expansivo no es así, se puede reorganizar el presupuesto para que sea gastado en personas.
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Me llamo Mateo, tengo 27 años y actualmente vivo en Madrid. Durante mi vida laboral he trabajado como cuidador de niños, entrenador de fútbol, en un centro de mayores, en una tienda y, en definitiva, en muchos lugares de cara al público. Tengo pareja, una familia que me apoya, unos amigos estupendos… ¡Ah sí! también tengo esquizofrenia.
Tengo esquizofrenia diagnosticada desde los 17 años aunque he sufrido síntomas desde los 13. Os quiero contar qué ha supuesto para mí que me pusieran esta etiqueta, por supuesto, desde mi experiencia ya que no soy psicólogo ni psiquiatra ni tengo formación científica en salud mental.
Lo hago con la intención de poder dar una esperanza a aquellas personas que han sido diagnosticadas y lo ven todo muy oscuro, o no tienen el apoyo que necesitan para salir adelante. Y también con la intención de luchar contra el estigma a través de mi historia.
Cuando tenía 17 años, mi psiquiatra me dió un sobre que incluía mi diagnóstico. Decidí abrir ese sobre junto a un profesor al que todavía le estoy muy agradecido. Cuando leí la palabra que describía lo que me pasaba, me enfadé con el mundo e intenté buscar culpables. Incluso llegué a pensar que yo tenía la culpa de una enfermedad que, en mi caso, se desarrolló por dos factores: componente genético y experiencia traumática. Ambos ajenos a mí. Ahora entiendo que, como me dijo este profesor, soy mucho más que “esquizofrénico”. Pero en ese momento se me cayó el mundo encima. El imaginario colectivo que crean los medios de comunicación alrededor de la esquizofrenia no hace ningún bien.
Si sumamos esa idea de ‘esquizofrenia’ tan estereotipada y las condiciones en las que los hospitales tienen a las personas con algún problema de salud mental, llegamos a la conclusión de que hay mucho que mejorar. Las personas ingresadas en psiquiátricos estamos aislados y vigilados constantemente hasta el punto de tener que adaptarnos a unos horarios para poder ir al aseo.
Nos prohíben hablar con otros pacientes, entre otras muchas restricciones, y jamás nos explican por qué. Cada persona es un mundo y estoy seguro de que hay una razón por la que se nos imponen estas normas. Pero eso no quita que eché en falta empatía por parte de mis médicos. En definitiva, necesitaba sentirme una persona y dejar de ser considerado un número o paciente. Ante todo, soy persona. En un momento en el que para ti todo se derrumba, una visita, o una actividad de apoyo son convierten en detalles importantes. La falta de comprension y cariño por parte de los profesionales, te aleja de ver la luz al final del túnel.
En las plantas para personas con problemas de salud mental, no importa que te hayan ingresado por un brote psicótico o por trastorno en la alimentación, todos estamos juntos. Es decir, vemos terapias de electroshock, personas atadas y otras situaciones que no son agradables de ver. Por todo lo mencionado, me gustaría pedir, cariño y mejor trato por parte de los profesionales y la sociedad. Cuando una persona ha perdido muchas cosas como familia, amigos, pareja y, sobre todo la esperanza, cree que va a ser incapaz, discapacitado, un número. Por ello pido la realización de actividades sociales, apoyo social que nos ayuden a volver a sentir el cariño de las personas.
Necesitamos poder sentir que somos parte de esta sociedad para dejar de sentirnos como "un caso perdido" o "un peso de la sociedad". Aunque lo que más me destrozó no fue vivir eso, sino la incógnita de no saber lo que me pasaba ni cómo iba vivir despues de haber sido ingresado, ya que no tenia ejemplos de personas que se habian recuperado de un problema de salud mental. Pero sí existen. Se necesita integrar a estas personas además de no juzgar sin conocer.
Detrás de un brote psicótico y un ingreso, hay una experiencia muy dura. Como abusos, bulliyng, violaciones, malas compañías, miedos, humillaciones y fobias que incentivan ese diagnóstico.
Hoy, han pasado 10 años desde mi último ingreso por un brote psicótico. Soy feliz y me gustaría que más gente pueda tener algo que yo no tuve: ejemplos positivos. Por ello decidí contar mi experiencia en redes sociales, bajo el nombre de ‘Soy como el aire’, porque, para mí, el aire y el viento son como las emociones, las puedes notar, pero no se ven.
Políticos del Congreso de los Diputados espero que quieran ver que las personas con un problema de salud mental necesitamos su atención y su comprensión. ¿Por qué las plantas para personas con un problema de salud mental no cuentan con actividades que nos ayuden a insertarnos?
Apoya y comparte mi campaña, ¡no al estigma por la salud mental!