No sólo el bipartidismo sino la profunda crisis de valores democráticos.
Por supuesto, el bipartidismo es un problema para la democracia. No es esta la democracia que programó el poder constituyente, la que recoge la Constitución de 1978. En nuestra Ley Fundamental se preveía un Estado plural donde se reflejase la pluralidad de la sociedad española que es ciertamente heterogénea. El fomento y consolidación mediática de la ideología ha excluido totalmente a otras opciones democráticas. Si a ello unes que en los grandes partidos se produce cierto grado de endogamia política, el resultado es la ausencia práctica de pluralismo. Por ello, renunciamos a las ideologías y basamos nuestra acción política en la razón y en los derechos y libertades de los ciudadanos a fin de conseguir el tan ansiado Estado del Bienestar, siendo permeables a las buenas ideas vengan de donde vengan y con independencia de su color. En este sentido es básico que a la Asamblea Regional tengan acceso un mayor número de fuerzas políticas, para que nuestro órgano legislativo sea tan plural como heterogénea es nuestra sociedad. Y en ese sentido estamos a favor de la modificación del régimen electoral para instaurar la circunscripción única y la rebaja del porcentaje mínimo para obtener representación.
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Parece que la sensación social es que no habrá una auténtica recuperación socioeconómica y de confianza en las instituciones mientras sigan gobernando los partidos principales, pues su implicación en tantos escándalos de corrupción es un lastre injusto para el resto de la sociedad.