Pregunta para Europarlamento
La institución alemana Jugendamt me ha quitado a mis hijos, Emma y Leon. ¿Por qué el Consulado español mira hacia otro lado y los países de la UE no condenan los abusos de esta institución hacia los extranjeros?
Mi nombre es Montse, resido en Alemania y soy la madre de Emma y Leon, unos niños de cuatro años y siete meses, respectivamente. A inicios de año, la institución Jugendamt (el servicio alemán de asistencia social a la juventud y a la infancia en los conflictos familiares de alcance transfronterizo) nos acusó a mi marido y a mí de supuestos malos tratos, sin presentar ninguna prueba que lo corroborara. Después de dos juicios, hemos terminando perdiendo la custodia de nuestros hijos. La actuación de la institución Jugendamt es sistemática, y son muchas las familias extranjeras las que se han visto afectadas.
En nuestro caso, todo comenzó cuando mi marido Jose Antonio y yo nos mudamos en 2015 a un pequeño pueblo de Alemania, donde formamos nuestra familia junto a Emma y Leon.
Leon llegó al mundo a principios de Enero de este año 2020. Al nacer, se lo llevaron a una sala de neonatos porque tenía los niveles bajos de azúcar. Cuando nos lo entregaron, Leon tenía unas rayas en los ojos, y nos dijeron que era debido a un traumatismo que había sufrido durante el parto. Fuimos a casa y, al cabo de unos días, nos dimos cuenta que tenía una pierna más hinchada que la otra y unos pequeños hematomas que le salían con facilidad. Lo llevamos al hospital y nos dijeron que tenía una infección en el riñón que se había desplazado a la pierna, además de alguna afección que hacía que le salieran hematomas al mínimo roce.
A partir de allí empezó nuestra pesadilla. Al cabo de unos días, regresamos al Hospital Helios klinikum Niederberg GmbH. Me dijeron que querían hablar con nosotros, y enviaron a mi hija a jugar. En ese momento supe que algo iba mal y me dio un vuelco al corazón. Nos reunimos con dos pediatras y dos trabajadoras del Jugendamt, una institución que se define a sí misma como el tercer progenitor del niño.
Los médicos me informaron que habían encontrado múltiples fracturas en el cuerpo del niño, y una pierna más hinchada que la otra, por lo que nos denunciaban por malos tratos. No nos presentaron evidencias sobre las fracturas, no había radiografías ni pruebas que lo garantizaran.
Posteriormente, se inició el protocolo de malos tratos. La policía criminal vino a mi casa para buscar supuestas pruebas, pero se encontraron con un hogar limpio y ordenado, adecuado para los niños. Nos retuvieron a mí y a mi marido en el hospital, junto a mis hijos, que en ese momento pasaron a ser tutela del hospital.
Se dieron mucha prisa para que hubiera un juicio, y marcaron la fecha del 6 de febrero. Mi marido, que en ese momento estaba enfermo, fue a buscar a una abogada que pertenecía a un bufete asociado al Consulado para que nos defendiera, pero ella se negó porque tenía un juicio más importante y nos dijo que podíamos defender la causa nosotros solos.
Llegado el día del juicio, nos encontramos que todos los papeles estaban en alemán y el juicio se celebraba en el mismo idioma, por lo que tuvimos que nos pusieron una intérprete que nos ayudara. Terminamos firmando unos papeles y aceptando que nuestros hijos pasarían a estar en casas de acogida hasta que la situación se solucionara. Sabíamos que si no lo firmábamos, se podría complicar todo y terminar quitándonos la custodia.
Primero se llevaron a Emma a una familia de acogida que lleva muchos años acogiendo a niños. León se quedó en el hospital, porque se encontraba muy débil. Sólo podía ir 2 horas a verlo en el hospital. Muchas veces me lo encontraba solo, con el pañal sin cambiar y con heces en su cuerpo. Nunca me mostraron las radiografías de sus supuestas fracturas, y me privaron de la lactancia materna.
A primeros de marzo se llevaron a Leon también a una familia de acogida, ambos médicos y con una estabilidad económica buena. En ese momento hacía tiempo que nos privaban de ver a Emma, ya que cada vez que lo intentábamos el Jugendamt ponía alguna excusa. Conseguimos hacer video llamada con ella, y nos dimos cuenta que prácticamente había perdido el idioma español.
Ya en el segundo juicio, el Jugendamt hizo la petición de quitarnos la custodia de mis dos hijos. Se nos acusaba de haberlos maltratado, pero como eso no lo podíamos demostrar, enseñé un diario que llevé a cabo durante el primer año de mi hija, donde apuntaba con detalle cada momento de sus días. El hospital “inventó” que el traumatismo de mi hijo al nacer fue consecuencia de malos tratos, pero yo tenía las fotografías de las rayas en los ojos que determinaban que había sucedido en el momento del parto. La jueza desestimó la información y dijo que ella se quedaba con lo que tenía escrito.
Además, se nos dijo que Emma tenía una antigua fractura en la clavícula, y yo especifiqué que se cayó de un tobogán hacía unos meses, y que la llevamos al pediatra que nos derivó a radiología. El Jugendamt dijo que no había registro sobre ello, pero yo tenía un CD con las radiografías, lo que desmentía la trama del Jugendamt. Se lo entregué a la jueza, pero no dieron la más mínima importancia a esa prueba y desapareció.
Nos intentamos poner en contacto con la pediatra que nos había atendido, porque ella debería de ser la primera en detectar si Emma había sufrido malos tratos y denunciarnos, pero siempre nos atendió con amabilidad y no notó ningún símbolo en la niña. Intentamos contactar con ella durante mucho tiempo, pero nunca lo logramos, solo obtuvimos silencio por su parte.
A mediados de junio llegó la sentencia judicial, que afirmaba que nos quitaban permanentemente la custodia de nuestros hijos, y que estos estarían en acogida de largo plazo. El próximo 18 de septiembre nos enfrentamos al tercer juicio.
Hace unas semanas hablé con Emma, y me di cuenta que casi no sabe hablar español. Parece que le han eliminado por completo su idioma materno en su día a día, anulándole sus raíces. Lo que más me duele, es que los niños están separados y no van a conocerse ni a crecer juntos. Siempre intento llevarles fotografías para que recuerden quien es su familia, de donde vienen. No quiero que nos olviden.
Ante toda esta situación, el Consulado mira hacia otro lado. Yo estoy en contacto con ellos de forma activa, me llaman cada 2 semanas para saber cómo estoy, pero en ningún momento se han implicado con el caso. Llamaron al Jugendamt para saber como estaban los niños, pero nada más. La falta de información sobre las supuestas fracturas es inexistente, y ni siquiera han hablado con el hospital para que les expliquen el caso. Nos dirigimos a ellos y nos dijeron que no podían ayudarnos, y no nos han defendido ni protegido en ningún momento.
Son muchas familias extranjeras las que se han visto afectadas por el Jugendamt en Alemania. El 90% de pérdidas de custodia es de familias extranjeras. En año 2018 se llevó a cabo una resolución en el Parlamento Europeo, donde se especifica que las autoridades tienen que pedir al Jugendamt los papeles del caso y defender a las familias afectadas. Sin embargo, la mayor parte de los países no lo hace, ya que no quiere ponerse en problemas con Alemania.
Consideramos que nadie debe de pasar por esta injusticia. Se nos ha acusado de algo sin mostrarnos las pruebas que acrediten los malos tratos. Son muchas familias afectadas por el Jugendamt, y no podemos permitir que esta institución siga actuando de esta forma y destruyendo familias.
¿Por qué el Consulado no ha hecho nada y no nos ha defendido? Exigimos que desde España se nos defienda y se nos escuche, y que se haga caso a la Resolución del Parlamento Europeo.
¡Ayúdanos para que se haga justicia y Emma y Leon vuelvan con su familia!