Me llamo Nadia, hasta hace poco vivía en un municipio de Málaga y tengo una niña de 8 años con TDAH. Todo empezó a través de un episodio traumático; cuando la niña tenía 3 añitos, vio como su padre intentaba acabar con mi vida, fui víctima de violencia de género. A partir de ahí, la llevé a un psiquiatra, le detectaron TDAH, entre otras cosas como trastorno de la conducta desafiante, nos dieron antipsicóticos porque le daban brotes. Fue todo por el ámbito privado, hace cosa de un año solicité las terapias por la sanidad pública y nos la acaban de conceder.

La peor parte fue la del tema escolar; no nos ayudaban en nada, no había ni una profesora de educación especial; se levaban las manos y se limitan a decir que mi hija tenía mala conducta, le abrían partes por mal comportamiento y nada más, nadie miraba por ella. Hace poco, por motivos personales, nos hemos tenido que cambiar de residencia, vivimos en otro pueblo y todo ha cambiado, ahora tiene la atención que merece y va muchísimo mejor.

No recibo ningún tipo de ayuda económica, ni por ser víctima de violencia de género, ni por la niña; además, he tenido dos trombos que derivaron en cáncer de útero, lo cual me impide trabajar, dentro de pocos días se me acaba el paro y no me han dado ninguna solución, tampoco tengo quien me ayude a cuidar de ella.

Necesitamos que se nos de visibilidad, no todas las enfermedades son visibles, pero no por eso son menos importantes; los colegios tienen que entender estas situaciones y dotarlos de docentes especializados para que puedan atender a los niños con condiciones como ésta. También tienen que aumentar las ayudas y el proceso de concesión de las mismas, porque todas las terapias son muy caras y no todas las familias tenemos la posibilidad de costeárnoslas.