Pregunta para Parlamento de Catalunya
Mi padre falleció después de un mes de ser diagnosticado de cáncer metastásico. Estuvo más de cuatro meses acudiendo al médico con síntomas. ¿Cuándo se va a mejorar la inversión destinada al refuerzo de la atención primaria, así como a la investigación?
Me llamo Nerea y vivo en Catalunya. A principios del año 2018, mi padre empezó a padecer dolores de espalda severos. Él no acudía al médico si no sentía que lo necesitaba realmente, y en aquella ocasión decidió pedir cita con su médico de cabecera. Una semana atrás, había pasado un resfriado con congestión y tos, así que cuando le visitaron achacaron sus síntomas a una contractura en la espalda provocada, seguramente, debido a la tos en cuestión. Le recetaron medicación y le mandaron a casa.
Pasaban los días y el dolor que padecía mi padre iba a más. Estuvo yendo al médico cada semana durante cuatro meses. La sensación que se llevaba cada vez que iba era de que le trataban como si estuviera exagerando la sintomatología. El dolor fue pasando por diferentes partes del cuerpo, pero no conseguíamos que le derivaran a realizar ningún tipo de prueba; no lo consideraban necesario. Con el paso del tiempo, empezaron las visitas a urgencias en el hospital. Por aquel entonces, mi padre ya necesitaba dos inyecciones de calmantes al día; le costaba incluso caminar. Por la noche el dolor que mi padre padecía incrementaba, pero también en el hospital simplemente le recetaban calmantes y le mandaban a casa.
Finalmente, en una de las visitas a urgencias, mi madre se plantó y exigió que le realizaran una radiografía. De entrada, los médicos consideraron que no serviría, ya que “una contractura no se ve en una radiografía”, pero insistimos en que se la hicieran. La persona que le practicó la prueba descartó enseguida que la afección de mi padre fuera una contractura. Llamó a otro especialista y ya nos informaron de que mi padre padecía cáncer. Esta misma noche le ingresaron y no volvió a salir del hospital. Tenía un cáncer metastásico que se había expandido por todo el cuerpo; sobre todo en los huesos. Debido a la agresividad de la enfermedad, no pudieron descubrir cuál había sido el tumor desencadenante.
Con el diagnóstico nos informaron, también, que era un milagro que mi padre siguiera vivo. La única medicación que pudieron darle fue morfina y después de un mes nos dejó. Él murió sin saber la gravedad real de la enfermedad que padecía; quería luchar y quería vivir.
Teniendo en cuenta el proceso de enfermedad que hemos vivido en casa, pienso que es imprescindible reclamar que se refuerce la inversión pública que se destina a la atención primaria del país, teniendo en cuenta que es la puerta de entrada a la sanidad pública. A lo mejor, si a mi padre le hubieran hecho una simple prueba más allá de una exploración superficial cuando acudió al médico de cabecera por primera vez, el pronóstico de su enfermedad habría cambiado. Nunca lo sabremos, pero la calidad de vida que tuvo los meses que padecía dolores severos seguramente que sí que habría mejorado.
Es necesario el refuerzo en cuestión para evitar otras situaciones como la que hemos vivido en casa, que ha sido durísima y muy injusta, así como es crucial el refuerzo económico destinado a la investigación del cáncer y de la metástasis. Hay que avanzar hacia nuevos protocolos de detección y hacia nuevos tratamientos más eficaces y menos agresivos, y esto pasa, simplemente, por reforzar la inversión pública que se destina a la investigación.
Es por todo lo presentado que me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya, ya que son quienes me representan: “¿Cuándo se va a mejorar la inversión destinada al refuerzo de la atención primaria, así como la que se destina a la investigación del cáncer?”