Pregunta para Congreso de los diputados
Con 34 años iba a tener a mi tercer hijo, pero desgraciadamente tuve que interrumpir el embarazo ya que el feto tenía malformaciones que eran incompatibles con la vida. ¿Cuándo se va a regularizar el protocolo de actuación ante problemas de fertilidad?
Hola. Me llamo Nieves García, tengo 35 años y el año pasado, me quedé embarazada, pero desgraciadamente tuve que interrumpir el embarazo ya que el feto tenía malformaciones que eran incompatibles con la vida.
Yo tengo 2 hijos de 7 y 9 años, pero con 34 años, me quedé embarazada del que iba a ser mi tercer hijo. Me hicieron unas pruebas rutinarias y me dijeron que no debía seguir adelante con el embarazo. El problema es que había latido, y eso conlleva que en ningún hospital de Madrid te realicen ninguna interrupción del embarazo. Al principio me daba la sensación de que podría ser porque los médicos fueran objetores de conciencia, pero creo que iba más allá, siendo el protocolo de actuación de mi comunidad autónoma. Yo intentaba analizar toda la situación en ese momento, pero mi estado emocional no me dejaba pensar mucho.
Lo que yo siempre he pensado es que si eres profesional sanitario, tienes que asumir todas las consecuencias. Ellos te aconsejan que tienes que interrumpirlo, pero la última decisión la tienes tú. Y eso, en mi caso, hacía que en la mente estuviera continuamente el pensamiento de que "estás matando a tu bebé" (aunque no te quede otra opción), aumentando tu dolor y comenzando la pesadilla.
Cuando me dieron mi diagnóstico, busque una clínica concertada por la Seguridad Social en la que hicieran está interrupción. Decidí ir a la que fui, porque era la que antes me daba la cita y yo necesitaba hacerlo rápido para que no pasaran más semanas, ya que yo pensaba que así mi estrellita (así llamo al que sería mi tercer hijo) sufriría menos. Me dijeron que, por mi situación, tenían que hacer un legrado porque no se podían arriesgar, puesto que tengo un problema de coagulación en sangre y necesito pincharme heparina para evitar trombos.
El entrar en una clínica así es como entrar en una cárcel, recuerdo que todas las puertas estaban blindadas. No me realizaron ninguna prueba, ni pcr, ni un preoperatorio ni nada, solamente te miran el grupo sanguíneo. Posteriormente te meten en una sala de espera pequeña (había dos camas y dos sillones). Las mujeres antes de entrar en quirófano se sentaban en los sillones y al salir sedadas se tumbaban en las camas.
Yo no pude parar de llorar, llamaba a mi marido aterrada porque pensaba que no iba a salir viva de ahí. A nivel emocional tampoco te ayudan nada. Solo te preguntan si al día siguiente tienes que ir a trabajar, que en mi caso le dije que sí, y la respuesta fue: “Ya veremos, porque desde aquí no podemos tramitarte la baja. No cojas peso y con eso, te vale”.
Una vez dentro del quirófano, otra enfermera me dijo que “dejara de llorar porque no era para tanto”. Cuando entras, la primera imagen que tienes es una pipeta bombeando, lleno de restos biológicos y sangre de otras mujeres (allí dejé a mi bebé), y a la derecha una cesta de plástico, en la que tenías que dejar tus bragas. La sala no da confianza, no trasmite seguridad ni limpieza (en ningún momento vi cambiar las sábanas entre pacientes), teniendo en cuenta, también, que no me realizaron ningún preoperatorio y que sólo había 5 personas trabajando en ese momento (la recepcionista, una supuesta asistente social, el ginecólogo, una enfermera en quirófano, la enfermera, anestesista y otra mujer que te miraba el grupo sanguíneo).
Tras la sedación, lo siguiente que recuerdo es que me desperté en una habitación con unas chicas que también estaban muy nerviosas esperando su turno. Yo no hablaba porque estaba hundida. Vino una enfermera, a la que le dije que quería irme, y me dijo que lo que me faltaba era mirarme la comprensa. Después ya salí de ahí y no he vuelto a pisar el barrio donde estaba la clínica desde entonces, porque me hice esa promesa a mí misma ese día.
Tengo pesadillas con todo lo que he tenido que vivir (la imagen de la pipeta bombeando es continua), nunca intento parar para no tener tiempo para pensar. Además, con mis otros dos hijos no puedo permitirme esos bajones. He ido a psicólogos, pero necesito encontrar a uno que esté especializado en pérdidas neonatales cuando me vea preparada para ello.
Es por todo lo plasmado en esta propuesta, por lo que lanzo las siguientes peticiones al Congreso de los Diputados para que se regularice el protocolo de actuación ante problemas de fertilidad y ninguna mujer tenga que volver a pasar por una situación tan horrible como la que yo viví.
Esa situación me ha hecho darme cuenta de que estas situaciones son más comunes de lo que pensamos y que hay muchísimas mujeres, con problemas de infertilidad, que se les abandona desde la Seguridad Social, teniendo que terminar en el sector privado. Por ello necesitamos un protocolo de actuación ante los problemas de infertilidad que sea eficaz:
-La paciente necesita acompañamiento desde un primer momento, ya sea el de su pareja o el de alguien cercano a ella.
-El personal sanitario debe tener presente que, aunque la paciente pase por un proceso natural, no deja de ser doloroso y traumático, por lo que a parte de tratar la dolencia física, la psicológica también tiene que ser tratada y ser considerada igual de importante.
-Las pacientes necesitan salas de espera y habitaciones independientes a las de maternidad. La actual situación solo agrava el malestar psicológico por el que están pasando.
-Es necesario tratamiento psicológico tanto para las parejas que han sufrido alguna pérdida, como para las que viven inmersas en tratamientos de fertilidad.
-Es muy recomendable la creación de grupos de apoyo formados por personas en la misma situación.
-La baja médica tras una pérdida debe tener en cuenta tanto la recuperación física como la psicológica.
-Añadir en el currículo educativo información sobre la reproducción y explicar a los estudiantes los porcentajes de éxito a la hora de conseguir un embarazo a término. La posibilidad de tener problemas de fertilidad, para que si les toca vivirlo, lo hagan como un proceso natural y no como algo que ocultar o de lo que avergonzarse.
-Revisar y actualizar los requisitos para que una pareja pueda disponer de tratamientos de fertilidad en la Seguridad Social.
-Aumentar el límite de edad máximo en las unidades públicas hasta los 50 años (como lo hacen en el sector privado) y con ello, también aumentar el número de intentos para quedar embarazada.
-Creación de más unidades públicas de fecundación in vitro (FIV). Actualmente hay 239 centros públicos en toda España donde la practiquen, cuando hay alrededor de unos 800 hospitales públicos. Con esto se reducirían las listas de espera considerablemente, ya que por desgracia, el tiempo juega en contra.
-Creación de créditos personales específicos para los tratamientos de fertilidad, con regulación de los intereses y comodidad en los pagos, estudiando siempre la situación personal de la paciente y de su pareja.
-Unificar los protocolos de las diferentes comunidades autónomas en materia de fertilidad y pérdidas prenatales.
-Regular las clínicas abortivas, dando seguridad a las pacientes, obligando a tener salas UCI y personal capacitado ante posibles complicaciones en las intervenciones, ofreciendo tratamiento psicológico para las parejas e inspeccionando, desde Sanidad, la buena praxis de las mismas.