Soy paciente de fibromialgia, por lo que llevo muchos años con dolores. Pero hubo una época en la que estaba demasiado cansada más de lo normal. Además notaba un dolor en el pecho, pero mis médicos me decían que eso sería de fibromialgia.  

En enero mi médico de cabecera me mandó al reumatólogo pero él pensaba que también era de la fibromialgia. Me hicieron una prueba del cuello, pero todo salió bien. Su recomendación fue que hiciera mucho yoga y saliera a pasear. 

Pasaban los meses, pero yo seguía notando el dolor. A mediados de marzo, mientras me duchaba, me vi una mancha roja debajo del otro pecho (el que no me dolía). Me asusté y fui al médico.  

En ese momento no se encontraba mi médico de cabecera, sino una chica que lo estaba sustituyendo. Como esa cita fue telefónica le expliqué lo que tenía y me dijo que era mejor que fuera a la consulta. Me comentó que era una mancha a nivel dermatológico, pero que prefería palparme el pecho (cosa que ningún médico había hecho antes.).  

Cuando llegó a donde me dolía le dije que era de la fibromialgia, pero me contestó que ese no era un dolor de la enfermedad. Para quedarnos más tranquilas pidió una mamografía y una ecografía de pecho.

Cuando me dieron los resultados llegó la sorpresa. Durante el mes que estuve esperando la realización de la prueba nunca pensé que pudiera ser un cáncer. Tuve la suerte de que me lo detectaron muy pronto y no he tenido metástasis. Siempre le estaré agradecida a esa médico. 

A partir del diagnóstico no tengo más que palabras buenas para todo el equipo que me ha atendido. Yo soy fiel defensora de la sanidad pública y más en estos casos. La verdad es que luego actuaron muy rápido. En una semana tenía todas las pruebas hechas y comencé el tratamiento.  

Aún así, creo que es fundamental que se inviertan muchos más recursos en investigación y en prevención. La prevención es el primer paso, y todo lo que se haga en esa fase se ahorrará en tratamientos. Y lo más importante: se evitarán muertes.  

También quiero poner sobre la mesa otro tema. Cuando acabamos el tratamiento se nos deja muy abandonadas. La quimioterapia tiene muchos efectos secundarios y deja muchas secuelas, y de esas secuelas no se hace cargo nadie. También hay que luchar para que una vez curadas tengamos calidad de vida. 

Me gustaría que el Parlamento de Andalucía se hiciera eco de estas peticiones.