Me llamo Noelia y vivo en Logroño. El año pasado, decidí cambiar mi alimentación con el objetivo de estar más sana y también de perder un poco de peso. Cuando pasó un tiempo, me percaté de que se me estaba escapando de las manos y que estaba adelgazando mucho. Yo soy una persona que de media pesa unos 60 kg y perdí aproximadamente 15 kg.

Durante este tiempo, un día, mientras miraba la televisión, me noté un bulto entre el cuello y la clavícula. Era grande y no se movía. Como en mi familia había habido personas que habían tenido quistes de grasa, de entrada pensé que se trataría de lo mismo, pero era consciente de que tenía que acudir al médico para asegurarme. Cuando fui, informé a mi médico de cabecera de que, además de tener el bulto, había adelgazado mucho. Él me exploró y aún estando en plena pandemia, de inmediato me derivó al hospital para que me hicieran pruebas.

Me hicieron una biopsia y me informaron que me habían diagnosticado un Linfoma de Hodgkinen estadio 4. Era finales de agosto cuando me dieron la noticia y el mismo día, me colocaron el reservorio y empecé con el tratamiento de quimioterapia. Me cambiaron varias veces el tratamiento, que duró desde septiembre de 2020 hasta enero de 2021. Fue duro; cada vez estaba más débil y tuve algunas complicaciones como neumonías que comportaron ingresos hospitalarios temporales. Aun así, en enero terminé la quimioterapia y estoy limpia. Ahora acudo al hospital para que me hagan revisiones rutinarias.

Todo el proceso de tratamiento de la enfermedad me ha ido muy bien porque yo era consciente que estaba en manos de la ciencia y confío en ella plenamente. Aun así, según mi punto de vista, el tratamiento de un cáncer se compone de varios componentes. Es evidente que la quimioterapia, en mi caso, era imprescindible, pero considero que hay otras cosas que también son muy importantes como el acompañamiento psicológico o el asesoramiento nutricional.

Sobre lo último, yo preguntaba en hematología y el consejo que me daban era que comiera de todo. En cambio, me informé y pude comprobar que había alimentos que me sentaban mejor cuando estaba en tratamiento y otros que me sentaban peor. No sé si la alimentación influye en el desarrollo del tumor, pero considero que se tendría que indagar en este sentido y ofrecer, a todos los pacientes de cáncer que están en tratamiento, un servicio de acompañamiento nutricional para reforzar el sistema inmunológico según la necesidad y la tolerancia de cada persona, y así hacer más llevadero el proceso.

Es por esto que me dirijo a los políticos del Parlamento de La Rioja, ya que son quienes me representan, para preguntarles, concretamente, ¿por qué no se garantiza un acompañamiento nutricional a los pacientes de cáncer?