Me llamo Noelia, me diagnosticaron celiaquía hace 20 años , y durante estas dos últimas décadas he aprendido a llevar una dieta estricta sin gluten.

Afortunadamente, cada vez hay más productos sin gluten y más alternativas a las que las personas con celiaquía podemos recurrir. Hay algunos  restaurantes donde ofrecen productos sin gluten, pero no en todos tienen  conciencia sobre la contaminación cruzada. Debería ser obligación que lo sepan y cuiden de la comida que hacen. 

Otro problema con el que tenemos que lidiar los celíacos es el precio de los productos sin gluten en los supermercados. Un producto sin gluten vale como mínimo el triple que uno normal, como la harina, la pasta, el pan o las galletas.

Puedo entender que, al pasar por un proceso más complejo, los productos sin gluten tengan un mayor coste de producción y se tenga que ver reflejado en los precios, pero eso no justifica que nosotros tengamos que pagar las consecuencias. La celiaquía es una enfermedad que no hemos elegido, no es ningún capricho ni moda. 

Por eso se deberían tomar medidas, como que tengamos un descuento o bajada del IVA en productos sin gluten o que se nos de algún tipo de ayuda. En muchos países, las personas con esta intolerancia reciben ayudas mensuales para gastar específicamente en comida sin gluten y también les dan cestas con harina, pasta y productos esenciales sin gluten. 

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros del Congreso de los diputados,  para que den una solución a las personas con celiaquía para la compra de productos sin gluten, como una ayuda o una reducción del precio.

En estos 20 años que llevo siendo celíaca, sólo hubo una vez en la que me salté la dieta. Las consecuencias fueron horribles: estuve  horas vomitando. Con esto quiero insistir en que el hecho de comer sin gluten no lo hacemos por moda o por capricho, es porque realmente lo necesitamos para nuestra salud y nuestra calidad de vida.