Pregunta para Parlamento de Catalunya
Soy paciente pluripatológica. El estrés tuvo un papel importante en el desarrollo de mis enfermedades. ¿Por qué no se impulsa un servicio eficiente que garantice que las empresas velan por el bienestar y las necesidades de los trabajadores?
Me llamo Noemí y vivo en Catalunya. Trabajo en una empresa de soplado de plástico y la labor que desarrollo es dura físicamente pero también es exigente a nivel mental; conlleva cargar peso, pero también trabajar de manera repetitiva. Tiempo atrás, estuve siete años trabajando de noche para poder turnarme con mi marido y, así, atender a nuestro hijo.
Entonces dormía poco y muchas veces, mal. En 2010, empecé a padecer cansancio severo que achaqué, precisamente, al trabajo, ya que al horario se le sumaban estrés y nervios. Después de unos días, me empezaron a doler las articulaciones de todo el cuerpo: los tobillos, las manos, los brazos, etc. y después de casi un año, empezaron las diarreas severas y constantes, junto con un dolor abdominal importante en el lado izquierdo.
Como los síntomas no remitían e iban cada vez a más, estuve viendo unas cuantas veces al médico de cabecera, que me derivó con un especialista para que me practicaran una radiografía opaca. Mientras se organizaba la gestión de la misma, iba pasando el tiempo. Finalmente, me la hicieron y me comentaron que se percibía una masa, pero no se puso solución a la situación y las semanas avanzaban. Llegué a vomitar todo lo que comía, el dolor era severo y perdí 20kg en cuatro meses.
Acudí dos veces a urgencias, pero fue imposible que me atendieran, ya que el servicio estaba colapsado. Me estaba apagando. Lo perdí todo y llegué a ver borroso. Cuando estaba a las últimas, acudimos, de nuevo, al hospital. El médico que me atendió al verme, se puso las manos en la cabeza. Por aquel entonces yo ya tenía la radiografía opaca hecha, pero no los resultados del especialista. Así que fue en urgencias cuando los profesionales que me atendieron pudieron ver los resultados y darme un posible diagnóstico de Crohn o Colitis Ulcerosa. Acto seguido me ingresaron, me practicaron una colonoscopia a partir de la cual los médicos concluyeron que padecía, efectivamente, enfermedad de Crohn. Salí del hospital con una anemia importante y con medicación para la patología. Tardé entre cuatro y cinco meses en recuperarme y estuve unos años bien.
En 2014, tuve, de nuevo, una caída muy grande de las defensas y me contagié de mononucleosis. Tuve una fiebre muy fuerte y el virus me dejó sin defensas. Tuve que estar ingresada en el hospital, aislada, durante 14 días. Salí, otra vez, con una anemia severa y tardé, en esta ocasión, unos siete meses en recuperarme y poder volver al trabajo.
En 2020, se me tenía que realizar una colonoscopia de control ya que no había tenido sintomatología de Crohn en ocho años, pero como llegó el Covid, no me la hicieron.
En 2022, en el trabajo me dieron más responsabilidades. Yo las tomé con ganas y luché para conseguir el turno de mañana, que finalmente obtuve. Estuve un año físicamente cansada pero mucho mejor en relación con el cuidado de la alimentación y del descanso. Aun así, el trabajo se intensificó y volvieron el estrés y los nervios. Además, tuve que volver a combinar el turno de noche en esta ocasión con el de tarde y a los tres meses aproximadamente, volvieron las diarreas, el dolor abdominal y muchas otras complicaciones muy dolorosas asociadas.
Descansé en vacaciones, pero al volver al trabajo, llegó un momento que vi que ya no podía más. Pedí la baja y me hicieron un análisis completo. Además, me practicaron otra colonoscopia para determinar los daños del brote. Concluyeron que padecía una inflamación muy severa. Fue pasando el tiempo y tuvieron que practicarme otra colonoscopia. Tenía, en esta ocasión, todo el colon afectado y unas ulceras muy grandes.
Me empecé a tratar y con el paso del tiempo, se me empezó a caer el pelo, me aparecieron granos de pus muy dolorosos por todo el cuerpo y tenía dolores muy fuertes en la espalda. El médico digestivo me derivó con el dermatólogo y con el reumatólogo. Los síntomas cada vez eran peores, llegué a perder una uña del pie. El dermatólogo me diagnosticó una psoriasis pustulosa. Me pude tratar con algunas cremas y me fui recuperando. La medicación funciona, pero muy lentamente y con ajustes constantes.
Ahora mismo estoy de baja. Me he dedicado a simplificar mi vida. He aprendido que ahora uno de mis objetivos, aunque impuesto, es lidiar con todas las patologías. Mi vida se ha limitado a aguantar. Yo era muy activa y ahora ya no puedo serlo. Recientemente, me diagnosticaron, también, fibromialgia entre otras enfermedades y tiemblo pensando en que pronto me van a llamar para que acuda al Tribunal Médico, porque me da miedo que me den el alta; no estoy, para nada, capacitada para trabajar.
Estoy tomando opiáceos a parte de otros medicamentos antidepresivos para amortiguar el dolor, mientras espero a que me hagan infiltraciones en la espalda para intentar obtener una mejor calidad de vida. Las listas de espera son eternas mientras tomas nueve pastillas diarias esperando una posible solución. Cada persona es un mundo y tiene unas necesidades concretas. Por causas administrativas y de producción me siento totalmente discriminada. Al empresario, solo le importa que el trabajo salga y le dan igual las consecuencias.
Tengo informes que achacan el desarrollo de alguna de mis patologías con sobrecargas y con el estrés. Bajo mi punto de vista y en relación con todo lo que he explicado, considero que sería importante, así como necesario, que se garantizara que las empresas cumplen con unos requisitos mínimos que garanticen el bienestar, la seguridad y las necesidades de los trabajadores. Además, es importante remarcar que faltan médicos, que es de vital necesidad y urgente descongestionar los centros sanitarios públicos.
Por todo lo presentado me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya: ¿Por qué no se impulsa un servicio eficiente que garantice que las empresas velan por el bienestar y las necesidades de los trabajadores?