Si uno observa el mapa resultante de las elecciones del 26 de Junio puede verse con nitidez como en Euskal Herria (CAV y Nafarroa) y Catalunya la mayoría de la gente quiere que España cambie expresando su deseo en el aplastante número de votos que recogen las candidaturas que manifiestan dicho deseo y, con especial éxito para Podemos como propuesta novedosa, sin embargo en el resto del estado la mayoría se escora también de forma clara y rotunda a favor de mantener el actual statu quo, esto es, el régimen y sus instrumentos políticos desde 1978.

Que ambas naciones apuesten en sentido contrario al estado tiene que ver con la alta conciencia política de estás y con la existencia de un litigio no resuelto en la transición y a la que se desea dar cauce democrático desde entonces. De ahí que si una fuerza, como Podemos, que se presentaba asimismo como un partido con opciones de ganar y cambiar las cosas, obtenga un aval importante en dichos lugares.

Por desgracia acertábamos desde EH Bildu cuando decíamos que el estado español es irreformable desde el cambio en el estado y que esta pulsión de cambio solo tiene visos de realidad si se aceleran los procesos constituyentes desde la periferia, desde las naciones sin estado, porque en estás la correlación de fuerzas es aplastante a favor del cambio de modelo político, económico y social. Ahí está el reto y la clave para nosotras y nosotros. Hacer de Euskal Herria un sujeto nuevo, diferente, con dignidad plena para todas y todos que anime en su caso a otras realidades vecinas a recorrer caminos análogos.