Mi nombre es Paula y llevo años sufriendo ciber acoso por parte de una chica de mi instituto. Cuando teníamos 12 años esta persona ya intentó hacerme la vida imposible. Me insultaba, me escupía y me perseguía por los pasillos. Tuve que cambiarme de centro porque no soportaba más el acoso continuado que esta chica ejercía sobre mí, entonces empezó a increparme a través de las redes sociales. Llenaba mi teléfono de mensajes y llamadas amenazándome e insultándome. Incluso un día se presentó en la puerta de mi casa con otras 10 personas para asustarme. 

Intenté denunciar varias veces, pero la policía pensó que no tenía suficientes pruebas y que probara a bloquearla de mis redes. Pero el problema no hacía más que crecer. Cada día me llegaban montones de solicitudes de amistad de cuentas falsas en las que se escondía y utilizaba para insultarme. 

Un día publicó en su cuenta de Instagram un vídeo que me había grabado sin permiso mientras caminaba por la calle. Lo hizo para reírse de mí y que todos vieran lo “gorda” que estaba. Esta vez cuando acudí a la policía sí que cogieron mi denuncia, pero finalmente quedó archivada. Nunca nadie hizo nada para ayudarme. De hecho, muchas veces me hicieron sentir culpable por contestar al recibir insultos y amenazas. Me decían que ella me seguía escribiendo porque yo le había contestado y que parece que lo buscara. 

Si no llegas con un parte de lesiones la policía no hace nada para ayudarte, parece que necesitan que te peguen una paliza para considerar que estás sufriendo acoso. Esto es algo que debería de cambiar ya que la violencia psicológica puede hacer incluso más daño que la física y debería de tenerse en cuenta. 

Durante la cuarentena de marzo de 2020 el acoso se incrementó. Yo lo estaba pasando realmente mal ya que mi madre es enfermera y tuvimos mucho miedo por las consecuencias que la pandemia de la Covid-19 estaba provocando. Lloraba mucho por aquella época y lo último que necesitaba era estar expuesta a ese acoso constante incluso desde mi propia casa. Llegaron a decirme que me suicidara que no valía nada y que solo era una “gorda de los cojones”.

Necesito que esto pare. Quiero dar voz a mi denuncia y a todas aquellas denuncias que han sido archivadas. Por eso hoy me dirijo a la Asamblea de Madrid para pedir que dejen de archivar las denuncias por ciber acoso y que tomen medidas para frenarlo. Somos muchas las personas que nos encontramos en una situación como esta y no podemos seguir permitiéndolo.