Me llamo Pilar y soy de Granada. Hace unos días vi un hilo en Twitter en el que hablaban de un hombre que se dedicaba a acechar a mujeres mientras se masturbaba, y recordé una experiencia que tuve en la adolescencia. 

Era un día que fui a Sevilla con mi primo para ir a ver una peli en el cine. No recuerdo exactamente qué edad tenía, pero sería entre 13 y 15 años. De repente, a media película noté que un hombre que estaba sentado a mi lado hacía movimientos raros. Aunque tenía mis sospechas, me intentaba convencer de que no estaba haciendo lo que creía. Llegué a pensar que lo que tenía era un bastón.

Estaba tan bloqueada y al mismo tiempo dudando de si realmente lo estaba haciendo, que estuve toda la película paralizada, sin decir nada y sin ni siquiera mirar a aquel hombre. No recuerdo muy bien los hechos, ni la edad que tenía, ni si luego se lo conté a mi primo, ni siquiera la película que vimos. Eso sí, la sensación que tuve en aquel momento la sigo recordando como si hubiera sucedido ayer.

Con los años y la experiencia, fui concienciándome más sobre la realidad que, lamentablemente, nos toca a vivir a todas las mujeres y niñas. Está claro que, si ahora me volviera a suceder algo parecido, actuaría sin ninguna duda, ya sea yéndome o diciéndole algo.

Tengamos la reacción que tengamos, lo que tenemos que recordar es que la víctima nunca es la responsable de lo que le sucede, y mucho menos la culpable. Creo que se habla mucho de dar herramientas a mujeres y niñas para saber cómo actuar, que me parece muy bien, pero no debemos olvidar que al fin y al cabo no necesitaríamos aprenderlas si no existiera este acoso.

Por eso quiero pedir a las instituciones que desde las escuelas se enseñe a los niños a respetar a las niñas y a las mujeres, que no nos vean como su propiedad o como si fuésemos inferiores, en definitiva, a no acosar. Espero que con el tiempo podamos sentirnos seguras cuando estamos en espacios públicos, sin importar el lugar, la hora, la ropa que llevamos o si vamos solas o acompañadas.