Soy Ricardo, vivo en Málaga, y mi marido Franco y yo tenemos una hija de tres años. Llegó a casa cuando tenía nueve meses, después de seis años tramitando la adopción.

Fue un proceso muy largo, pero por supuesto, la espera valió la pena: nuestra hija es luz, es una niña sana, alegre y da muchísimo cariño. Además, siempre estuvimos acompañados y el personal se portó genial con nosotros durante todo este tiempo, no tuvimos absolutamente ningún problema. Por suerte, el mundo ha cambiado mucho respecto a hace unos años.

En nuestro caso, el trámite en Andalucía es totalmente gratuito. Tampoco piden unos requisitos económicos excesivamente altos, simplemente tener un mínimo de ingresos para asegurar una vida digna y, lo más importante, tener el tiempo y la disposición para cuidarlo. Por ejemplo, yo soy amo de casa y, aunque podríamos tener más ingresos si trabajara, esto me está permitiendo disfrutar de la paternidad, de ver crecer a mi hija, y esto no tiene precio.

En definitiva, no tenemos ninguna queja respecto a todo el proceso de adopción, y nos gustaría dar más visibilidad y animar a la gente a adoptar, porque hay muchísimos niños que lo necesitan. 

Sin embargo, sí tenemos un obstáculo que afecta a la inmensa mayoría de las familias de adopción en España, y es la cuestión del cambio de apellidos. Este trámite no se agiliza por falta de personal. Nosotros llevamos un retraso de dos años, y sabemos que está pasando lo mismo en otras comunidades autónomas, no solo en Andalucía, ya que hemos hablado con muchas familias de adopción que se encuentran en la misma situación. Sabemos incluso de un caso en el que se pudieron cambiar los apellidos cuando el niño hizo la comunión.

A día de hoy, nuestra hija sigue teniendo el nombre y los apellidos de su partida de nacimiento. Esto significa que, si algún día sus padres biológicos llegaran a cumplir con los requisitos para cuidar de ella, estarían en todo su derecho para tramitar papeles y recuperar la custodia. Aunque estos casos se dan con muy poca frecuencia, este es nuestro sufrimiento como padres de adopción.

Por otro lado, también nos supone un hándicap a la hora de hacer trámites que podrían ser muy sencillos. Por ejemplo, cuando apuntamos a nuestra hija al colegio, tuvimos que inscribirla con el nombre y apellidos de su partida de nacimiento. Esto supuso tener que dar explicaciones, pedir a los profesores que le llamen por el nombre que le pusimos nosotros, y todo esto no habría hecho falta si se hubiera agilizado el trámite.

Ante esto, me quiero dirigir a los miembros del Congreso de los Diputados, ya que se trata de un tema que afecta a familias de adopción de toda España, para invertir más recursos en personal y así agilizar los trámites para que los niños tengan el apellido de sus padres adoptivos lo antes posible.

Cada adopción es un mundo y puede tardar más o menos, pero es siempre un camino largo que requiere mucho papeleo e ir pasando por diferentes niveles. Por eso mismo creo que las familias adoptivas nos merecemos tener más facilidad a la hora de hacer trámites una vez la adopción ya está hecha.