Me llamo Rosa y he sobrevivido a un cáncer de pecho y a un melanoma.

En el año 2012, pasé por un cáncer de mama de tipo hormonal. Para tratarlo, me operaron y recibí quimioterapia y radioterapia. En los controles posteriores todo salió bien.

Dos años más tarde, noté que una de mis pecas había crecido. Aunque nadie de mi entorno consideró que tuviese mal aspecto, decidí quitármela. Tras analizarla, me confirmaron que era un melanoma maligno y tuve que volver a pasar por quirófano para extraerme un ganglio.

Al cabo de cuatro años, un día, poniéndome las mallas de correr, sentí un bulto cerca de la ingle. No me dolía, pero intuí que no era bueno. Llamé a mi médico, y tras estudiarlo, me dijeron que era un ganglio metastásico del melanoma anterior. Me tuvieron que practicar un vaciado ganglionar de la ingle derecha y, por prevención, me dieron radioterapia. Por suerte, a día de hoy estoy bien y todos los controles a los que me someto van saliendo bien. 

Aunque siempre he practicado deporte, tras el primer cáncer decidí cuidarme mucho más. Empecé a hacer running, actividad que favoreció enormemente mi recuperación. Esto me llevó a la creación de Rosmirun, una iniciativa que permite a las personas que han pasado por esta enfermedad y que ya están en controles, introducir el deporte en su vida y convertirlo en un hábito, pues es una de las mejores maneras de combatir las secuelas que te dejan los fármacos y cirugías para combatir la enfermedad.

Por ello, con esta iniciativa pido al Senado que se aumente la investigación contra el cáncer, así como los recursos destinados a mejorar la calidad de vida de las personas que han pasado por esta enfermedad.