Pregunta para Parlamento de Catalunya
He tenido un Linfoma de Hodgkin y la medicación era tremendamente cara. ¿Cuándo vamos a ayudar a los pacientes con el coste de los tratamientos?
Me llamo Rosa, tengo 50 años y resido en Barcelona. Cuando tenía casi 50 años, empecé a tener una serie de picores por todo el cuerpo, lo cual me llevó a realizar varias visitas al médico, donde finalmente, el especialista me diagnosticó un Prurito de carácter nervioso. Eran claros síntomas de cáncer que no se pudieron identificar al no existir ningún marcador positivo del mismo. Los picores eran cada vez más molestos especialmente a la hora de dormir, hasta el punto de no poder realizar mi vida diaria con normalidad. Mi piel estaba llena de marcas y heridas que hacían que me rascara de forma constante que, a día de hoy, aún son visibles; esto me afectó enormemente a nivel emocional.
Meses más tarde, noté cómo se inflamaban mis axilas, y tras diversas pruebas de ginecología, ecos y mamografías, me diagnosticaron un Linfoma de células grandes, para finalmente diagnosticarme un Linfoma de Hodgkin. Tras esto, rápidamente comencé las sesiones de quimioterapia; comencé en noviembre de 2022 con 12 sesiones de 6 horas cada 15 días. En ese momento vivía sola, pues hacía escasos meses que me había separado. Durante las sesiones, apenas sentía molestias, solamente algunas molestias y dolores estomacales, pero las consecuencias de las mismas, venían 2-3 días más tarde. Me levantaba agotada, en caso de poder hacerlo con pocas fuerzas y grandes molestias. Paralelamente, y a medida que avanzaba el tratamiento, se presentaban mas secuelas como problemas para conciliar el sueño, movilidad o caída de pelos entre otras. En ese momento, encontré más información sobre cómo llevar esta situación, y contacté con la Asociación Española contra el cáncer, donde de forma online, realicé talleres de sueño, fisioterapia… me ayudó mucho a la par que mi red familiar y de amigos.
Acudí desde el primer momento a la sanidad privada, por el hecho de que tenía un seguro médico y fueron ellos los que me lo detectaron y continuaron con el tratamiento. Desde junio, el cáncer ha desaparecido. Los profesionales médicos han sudo muy comprensivos y atentos conmigo y mis amigos y familiares han complementado la atención emocional. Tal vez la gran carencia que noté, fue la presencia de un equipo integral que me atendiera, es decir, que además de la hematóloga, me otorgaran visitas conjuntas con estomatología y otros profesionales especializados en los efectos secundarios que me ocasionaba el tratamiento.
Respecto a la sanidad privada, me gustaría incidir un poco en el gran coste que tiene la medicación como consecuencia del tratamiento. En mi caso, acudía a Barcelona al hospital y aparcar en sus inmediaciones, era tarea imposible; no tenía fuerzas y cada sesión ya costaba alrededor de los 40 euros. A esto hay que sumarle mis cuatro inyecciones mensuales necesarias para el tratamiento, que suponían cerca de 200 euros al mes.
Me gustaría pedir que, aunque tengamos un seguro privado, no quiere decir que tengamos un alto poder adquisitivo y los enfermos tenemos que pagar grandes sumas de dinero por los tratamientos, que en muchos casos, son precios desorbitados. Todos tenemos el mismo derecho a recibir tratamiento contra el cáncer y la atención domiciliaria pertinente. Finalmente, agradecer al personal sanitario que me atendió e incidir en otro pequeño detalle, el parking. Cada vez que tenía que acudir al hospital, en las inmediaciones no había aparcamiento, y se sumas todo esto junto con el coste de la medicación, la economía de los pacientes se ve claramente mermada.