Lo novedoso siempre llama la atención. Si además se adereza con obviedades aprovechando la difícil situación que la gente está pasando, pues es un cóctel lo suficientemente llamativo para centrar la atención mediática. El problemas viene cuando fuera de los anuncios efectistas no hay un proyecto sólido y de demostrada eficacia, o al menos de posible implantación. 

El hecho de no gobernar produce un efecto de "no quemarse" y poder anunciar y anunciar medidas sin la responsabilidad de llevarlas adelante. No creo que marquen ninguna agenda, si creo que marcan los espacios mediáticos interesados en encumbrar la novedad para derribar al gobierno de turno. Hoy vende aquello que va contra quien gobierna, y ello es debido al contexto socioeconómico que rodea la actual acción de gobierno. La crisis y la corrupción marcan la agenda y llenan espacios. Quien no aparece como culpable de ninguna de esas dos cuestiones vende y sus mensajes se hacen atractivos a corto plazo. Pero lo realmente importante es que no hay quienes están dentro del sistema y fuera de él. La política solo es una y todos forman parte del sistema. Aún así comparto la idea de la necesidad de cambiar la forma de hacer política, más cercana, más clara, más directa pero con la responsabilidad de saber que sólo es posible aquello que es realizable, lo demás puede sonar bien pero es un engaño ciudadano. Hoy por hoy en la política no se admite un solo engaño.

Es la hora de apuestas valientes que hagan ver al ciudadano que sus representantes son de fiar y les mueve el único interés de mejorar la vida de toda la comunidad. Ciudadanos y representantes deben estar en el mismo plano de igualdad, sin un solo privilegio. Esa debe ser la base de la nueva política.