¡Hola! Mi nombre es Sandra Gómez y vivo en la ciudad de Medellín. Amante de la naturaleza y de su pureza. Estoy agradecida con la vida y con lo que me ha dado, hoy más que nunca. Soy paciente con glioblastoma multiforme grado 4, un tipo de cáncer cerebral poco común, al que hoy le hago batalla y enfrento cada día con una sonrisa.

Estos últimos años han sido de batallas, recaídas, resignación y superación. En el 2012 me diagnosticaron con astrocitoma protoplásmico grado 2, a pesar de que el diagnóstico no era muy alentador, los médicos me dijeron que era algo benigno. Por lo que no me preocupe, sin embargo, mi vida ya empezaba a desmoronarse, tuve que tomarme unos días de incapacidad y en mi trabajo no lo tomaron bien, así que me despidieron. La cirugía de craneotomía tuvo sus secuelas, entre ellas la pérdida de memoria. 

Aunque ya han pasado varios años, mi memoria aún sigue fallando inesperadamente, tras perder mi trabajo, tuve que demandar a la empresa. Tiempo después me volvieron a contratar, pero mi vida se volvió una pesadilla desde entonces, humillaciones, gritos, además desde el 2012 comencé a sufrir de epilepsias y convulsiones. Lo que hacía aún más complicada mi vida laboral porque mi jefe no me creía.

En el 2015 me sometí de nuevo a otra craneotomía, para mi sorpresa, esta había avanzado hasta volverse grado 4. Tras perder mi trabajo la primera vez, pasé 3 años sin poder ir a mis controles lo que agravó mi estado de salud. Esta vez, la cirugía me dejó sin la movilidad total de mi lado derecho. Las noticias de los neurocirujanos no eran muy alentadoras, decían que recuperaría parcialmente mi movilidad, o que quizás nunca lo haría. Pero a pesar del momento tan oscuro y de amargura que pasaba, me aferré aún más a Dios.  

Al mes comencé a recuperar la movilidad, eran resultados pequeños, pero para mí eran pasos de gigante. Comencé también con las quimioterapias, las cuales venían en pastillas y que tomaba de lunes a viernes a la misma hora sin falta. El tumor no paraba de crecer, me sometí a 20 radioterapias para tratar de controlarlo. 

En el 2017 tuve mi tercera craneotomía, el tumor se convirtió en un glioblastoma multiforme grado 4, el cáncer más agresivo de todos, aun así mis ganas de vivir eran mucho más grandes. Pase por 45 radioterapias y 3 meses de quimioterapia, aunque mi espíritu estaba más vivo que nunca, mi cuerpo decaía lentamente y no pude completar los 6 meses de quimio debido a mi baja de plaquetas y glóbulos. Comencé con transfusiones de sangre, pero el dictamen médico era contundente, tenía tan solo 6 meses de vida. 

Ya era el año 2019, según mis cuentas mi vida llegaría hasta diciembre y estaba feliz por ello, porque comería natilla y buñuelos. Los médicos solo me decían que lo tomara en serio, pero esta era mi manera de evadir la realidad y seguir adelante. Mi cerebro estaba totalmente invadido, era un cáncer mariposa y me sometí al tratamiento más fuerte de todos. 

Por la pandemia, me quedé sin tratamiento desde marzo del año pasado, cada 6 meses tengo controles, vivo cada día como si fuera el último. Mi última resonancia no salió muy positiva, pero, confiando en Dios, sé que todo saldrá bien. Las ganas de vivir no las pierdo. Primero Dios y segundo a mi grupo de apoyo, Soñando con Vivir, con ellos el proceso es aún más fácil y la vida más dulce.

Por eso, quiero lanzar esta petición a las autoridades y al Congreso de la República. En Colombia los tratamientos con intravenosa son muy escasos, y se sabe que estos son los mejores para pacientes como yo con este tipo tan maligno de cáncer. El cáncer no da espera, y tener que esperar meses por una quimioterapia es más que injusto. 

Apoya y difunde esta petición, para lograr obtener una respuesta por parte de los políticos en la página de Osoigo. Si esta petición logra las 350 firmas será presentada a los Congresistas. ¡Todos podemos ayudar!