Me llamo Sandra, resido en un pueblo de Sevilla y tengo una hija de 17 años con TDAH. El diagnóstico nos lo dieron el año pasado, cuando Hada tenía 16, pero los problemas vienen desde que era niña. Siempre fue una niña muy activa, hacía numerosas actividades, pero muy lenta en cuestiones de aprendizaje; soy maestra y siempre tenía que sentarme con ella a la hora de hacer sus tareas; ella memorizaba porque no comprendía los conceptos, y en cuando se le iba una palabra, se le olvidaba el resto de la lección. Era muy inteligente en lo que se le daba bien, en cuestión creatividad sobre todo, incluso ha ganado varios concursos de arte a nivel nacional.

Poco después, comenzó en un colegio privado, tenía un orientador que se preocupaba mucho por ella y mejoró muchísimo. Lo peor de todo vino con la pandemia; empezó a tener ansiedad, y el hecho de tener que hacer todo de forma tan independiente desde casa, fue nefasto. Al finalizar el confinamiento, la llevé a un psicólogo y tenía un trastorno depresivo ansioso.

Lo peor vino después; acabó la ESO y quería hacer el bachiller artístico, como no lo había en ese centro, tuvimos que inscribirla en otro del pueblo en el que residimos actualmente y apenas se preocupaban por ella. Tuvimos que enviar un montón de papeles para poder acceder a todo el tema de las ayudas; además, como su diagnóstico fue tan tardío, ya no la miraban por la seguridad social, y a todos los especialistas a los que recurrimos, incluido el neurólogo, tuvo que ser por lo privado y financiándolo todo. Echaron a la orientadora que tenía el año pasado, y cuando la nueva se puso a revisar todo el papeleo que yo había ido recaudando y enviando durante el curso anterior, no había nada, tuvimos que empezar de nuevo.

Uno de los grandes puntos de inflexión que me hizo darme cuenta de que algo iba mal, fue el siguiente. En casa siempre comemos juntos viendo el telediario, sin móviles ni otras distracciones; un día dieron una noticia en la que habían fallecido unos pescadores gallegos en Canadá. Por costumbre, yo siempre le resumía y explicaba lo que habían contado, pero eso vez me sorprendió que, al preguntarle, no se había enterado ni de donde eran los pescadores ni nada.

Necesitamos visibilidad, hace años no teníamos ni idea de nada estos peo ahora sí. Sus profesores han llegado a decirme que trataban con niños con TDAH y que a ella no le pasaba nada que era buena etc; lo que no comprenden es que, para colmo, en las niñas es mucho menos notable que en los niños, ellos son más inquietos, no necesitan subirse de un árbol para tener un trastorno de este tipo. En cuanto al tema educacional, no pedimos gran cosa, simplemente que hagan adaptaciones para los alumnos con TDAH, si tardan más en procesar la información o entender las cosas, que les dejen más tiempo a la hora de hacer un examen o algunos ejercicios, solo se trata de ponérselo un poco más sencillo, no estamos pidiendo nada del otro mundo. Todos tienen los mismos derechos y tenemos que luchar por ello.