Me llamo Santiago Gómez, tengo 17 años, soy de Vilafranca de Penedès (Barcelona)y formo parte del colectivo LGTBI. Como cualquier otra persona que forma parte de él, vivo día a día la homofobia existente en nuestra sociedad. 

Personalmente, he tenido que lidiar con comentarios, miradas y amenazas por mi apariencia física y condición sexual. Por suerte, no he tenido que enfrentarme a ninguna experiencia muy grave. No obstante, me parece una pena tener que hablar de “suerte”, cuando debería ser lo normal.

A mi parecer, el aumento de los casos de agresiones se debe al auge de una ideología de extrema derecha cada vez más afianzada en nuestra sociedad. Esta bien que haya diferentes ideologías, pero hay que saber diferenciar entre derechos y homofobia. Todos tenemos derecho a pensar de una u otra forma, pero independientemente de eso, no hay que discriminar. Mientras una persona no haga daño a nadie, esta deber ser libre de expresarse y querer como quiera. 

Al final, lo que promueve la homofobia es la falta de información, no tanto el odio sino el miedo a lo desconocido. Por ello, sería interesante que los centros educativos incorporarán la educación en diversidad. Si desde pequeñxs nos enseñan que no solo existe una manera de amar, que no solo hay un tipo de familia normativa … muchxs adolescentes que hoy inician ese tipo de agresiones físicas y verbales, no lo harían. 

No obstante, es importante incidir en que no se puede transmitir la misma información a un/a niñx de cuatro años que a un/a de catorce. Debe ser una formación progresiva en el tiempo, primero hablar de diversidad e igualdad y, posteriormente, enfocarlo a una educación sexual. 

Es necesario transmitir e inculcar desde edades tempranas que todo está bien, siempre y cuando no se haga daño a nadie y se respete a los demás. Por ello, como ciudadano y miembro del colectivo LGTBI, me dirijo a las y los miembros del Parlament de Catalunya, para que tengan en cuenta mi consideración y lleven a cabo las medidas que ayuden a poner fin a esta problemática.