Me llamo Sofía, mis padres nacieron en Guinea Ecuatorial, pero yo me he criado en España. Cuando iba a preescolar, con tan solo 4 años, me quemé la piel porque mi profesora pensó que no necesitaba ponerme protección solar por ser negra. Al año siguiente me cambié de centro, pero las actitudes racistas continuaron, ¿cuándo se van a tomar medidas educativas para intentar solventar el problema?

Creo que hay mucha ignorancia e incultura respecto a las personas provenientes del continente africano. Todavía seguimos hablando de África en su conjunto, obviando la diversidad de países, lenguas y culturas que lo forman. 

Creo que en los centros educativos debería hablarse más de la historia de Guinea Ecuatorial ya que forma parte directamente de la historia de España. La gente ni siquiera sabe que allí se habla español. Tenemos más cosas en común de las que se ven a simple vista, ¿por qué los niños y niñas conocen perfectamente qué estados forman parte de los Estados Unidos, pero no saben nada sobre África que es nuestro continente vecino?

Si se enseñasa la historia desde otra perspectiva y dejásemos de presentar a las personas racializadas como esclavos o sirvientes, estoy segura de que muchas personas dejarían de vernos como tal. Yo llevo toda la vida estudiando la historia de otras personas que no pertenecen a mi comunidad, no entiendo porque el resto no puede hacer lo mismo. La diversidad siempre suma y al final cuantas más culturas conozcamos más capacidad de entendimiento y respeto hacia los otros tendremos. 

Pero en España parece que esto no interesa. Tampoco se esfuerzan en cambiar el lenguaje para que deje de ser racista y ofensivo. En los propios centros educativos seguimos escuchando frases como “trabajar como un negro”, “la oveja negra” o “me pones negra”. Todo esto tiene connotaciones muy negativas. 

Un día en clase tuve un encontronazo con una profesora que dijo que este fin de semana había trabajado “como una negra”. Yo me sentí ofendida y le respondí que no me parecía correcto, le dije que entonces yo en su clase iba a trabajar “como una blanca”, refiriéndome a que no iba a hacer nada, entonces fue ella la que se sintió ofendida. 

Si los propios docentes explicaran que estos comentarios son racistas y que no deben hacerse porque otras personas pueden sentirse discriminadas o excluidas, seguramente al final dejaríamos de tenerlo tan interiorizado. El problema está cuando los mismos profesores y profesoras reproducen este discurso. 

Por eso desde aquí quiero pedir a la Asamblea de Madrid que se tomen medidas educativas para paliar el racismo en las aulas. Esto se puede lograr tanto introduciendo partes de la historia de nuestro continente vecino, como señalando referentes racializados o incidiendo en el mal uso del lenguaje. Son muchas las herramientas que se pueden implementar para fomentar una educación diversa centrada en el respeto y la tolerancia, ¿a qué están esperando para ponerlo en práctica?