Pregunta para Congreso de los diputados
Superé un cáncer de mama. ¿Cuándo se destinarán más recursos económicos a la investigación del cáncer y al acompañamiento psicológico de pacientes y familiares?
Me llamo Sole, tengo 47 años y vivo en Catalunya. Todo empezó en octubre de 2019. Estaba pasando una época difícil. Me encontraba en casa de mis padres, en Huelva, cuando empecé a encontrarme floja de energía. Yo achacaba la situación a mi estado sentimental y al hecho que debido al estado anímico, no me cuidaba mucho. Aun así, al cabo de los días, me percaté de que tenía unos puntitos en el pecho izquierdo. Decidí acudir al médico y me hicieron una analítica que salió algo alterada. Igualmente, me dijo que no me preocupara, que los puntitos serían un herpes y me recetó antihistamínicos y una crema. A los pocos días, se me hinchó el tobillo izquierdo sin motivo aparente. Entonces decidí acudir, de nuevo, al médico, que me mandó hacer reposo. También consideró que la lesión fuera causa del pico de anemia que detectaron en la analítica.
A finales de noviembre volví a Catalunya. Como seguía sin estar bien, pedí cita con mi médico de cabecera, pero tardaron en dármela. Cuando fui, llevé mi analítica y el médico consideró que se tenía que repetir porque había valores que no cuadraban. Finalmente, un día, mientras me duchaba, me noté un bulto en el pecho derecho. Llamé al Centro de Atención Primaria y me mandaron a la unidad de ginecología. Cuando me palparon, me derivaron directamente a la unidad de mama. Me hicieron una ecografía mamaria y una mamografía en febrero y ya me indicaron que me quedara, porque me iban a biopsiar. Después de unos días, me dieron cita con la ginecóloga que me informó que padecía un cáncer de mama que en estos momentos se encontraba en estadio 3. Al momento me impactó la noticia, pero en seguida quise luchar para superarlo.
Pedí que me hicieran una mastectomía del pecho derecho, que era el que estaba afectado, ya que quería eliminar del todo el tumor o tumores que me afectaban. Finalmente, me operaron para quitarme tres masas. A los dos días volví a casa y dos días más tarde, me anunciaron que el ganglio centinela había dado positivo. Tenía una micrometástasis. Los médicos también se percataron de que tenía los ganglios pulmonares infectados, así que tuvieron que operarme de nuevo para sacar muestra y analizarlas. Por suerte no estaban infectados, pero me detectaron una enfermedad llamada sarcoidosis, que en estos momentos está inactiva. Finalmente, me intervinieron para los ganglios axilares y cuando me recuperé, empecé con los tratamientos. Me dieron 16 sesiones de quimioterapia y 15 de radioterapia. Las quimios fueron pasando factura, pero no falté a ninguna. Mis analíticas estaban bien y me cuidé mucho; tanto por dentro como por fuera. Consideraba que la curación dependía 50% de mí y 50% de lo que me rodea.
Mi familia, siempre que pudo vinieron des de Andalucía para visitarme teniendo en cuenta que estábamos en plena pandemia. Tuve que cambiar de oncóloga y me quité del medio a gente que me hacía comentarios negativos y que me hacían sentir mal. Es muy importante tener una actitud positiva y rodearte de gente que suma. Destiné esfuerzos a dar ánimo a las personas que estaban conmigo; haciéndoles ver que no pasaba nada, que todo lo que me sucedía formaba parte de la enfermedad. Me enfado mucho cuando veo lazitos rosas y me dicen: por lo menos te tocó una enfermedad sobre la cual hay cura. Esto no es un camino rosa; ni la enfermedad ni todo lo que te deja de por vida. Mi visión de la vida ha cambiado mucho.
En relación con todo lo presentado, quiero incidir en el hecho de que la ayuda psicológica es fundamental para afrentar esta enfermedad y que habría que garantizar que todos los pacientes de cáncer cuentan con la ayuda de un psicooncologo. Yo tuve ayuda, por suerte, pero no todo el mundo tiene y no todo el mundo quiere pedir porque la salud mental sigue siendo un tema tabú. El cáncer ocupa el 80% de tu vida; una vez llega, todo para en seco. Necesitas ayuda para gestionar todo esto y un psicólogo te abre camino.
También en este sentido, considero que los centros de salud deberían de tener un protocolo para proporcionar ayuda y acompañamiento a los familiares, ya que quedan completamente fuera de todo este proceso y su comprensión y el saber estar al lado del paciente es imprescindible. Si tú no les incluyes en todo esto, no se meten porque la mayoría no saben como. Finalmente, en mi caso me encontré que el trato de la oncóloga hacía mi fue insensible. De hecho, terminé cambiando de oncóloga porque consideré que no me hacía bien; alguna vez me llegué a sentir culpable de estar enferma y de que la enfermedad llegara a desarrollarse tanto. Creo que se tendría que invertir en humanizar a los profesionales sanitarios para que el acompañamiento a los pacientes fuera de calidad.
Es por todo esto que me dirijo a los políticos del Congreso de los Diputados para que den una respuesta a todo lo planteado y para que tomen en consideración la importancia de mejorar la inversión destinada a la investigación del cáncer, sobre todo encarada en la prevención del mismo.