Pregunta para Congreso de los diputados
Me llamo Sonia y soy consultora de crianza especializada en prevención del acoso escolar. ¿No estamos llegando tarde ocupándonos del acoso escolar después de que ocurra??
Me llamo Sonia Dabalsa y acompaño profesionalmente a familias y profesionales de la educación para fomentar en los niños relaciones sanas en la prevención de abusos. Desde mi cuenta en Instagram (@criaramando_amarcriando) visibilizo situaciones de acoso que se dan todos los días intentando denunciar estos temas.
La educación puede ser un dique de contención contra el acoso si convertimos los colegios en lugares seguros en lugar de ser el sitio donde se producen la mayoría de los casos de bullying. ¿Cuánto sufrimiento podríamos evitar?
A los profesores se les encarga la tarea de enseñar y de proteger a nuestros hijos cuando están en el colegio. Para lo primero, reciben formación y apoyo, para lo segundo no.
Una formación adecuada desde la propia carrera de magisterio y posteriormente en los colegios sobre el acoso escolar y su prevención, es un paso clave para el avance de nuestro sistema educativo y el bienestar mental y físico de nuestros hijos.
El acoso escolar NO ES COSAS DE NIÑOS. Es un problema que nos afecta como sociedad y del que debemos tomar conciencia
Cada semana recibo decenas de mensajes contándome los abusos y agresiones que sufren los niños y niñas. Agresiones qué en su mayoría se normalizan porque se consideran cosas de la edad, trasladando la resolución del problema en sus manos.
Por eso soy consciente de que sigue habiendo un problema muy grande con el acoso escolar y ciertas situaciones que ocurren en la escuela, que al parecer no se ven.
Hacen falta medidas urgentes para cortarlo desde la raíz. Antes de que ocurra.
Por eso quiero dirigir esta campaña a los políticos del Parlamento de España para preguntarles cuándo se va a formar a los profesores desde la universidad para que reciban la información necesaria para saber cómo evitar este tipo de comportamientos y detectar casos de bullying antes de que sea tarde.
Para muchos niños levantarse cada mañana para ir al colegio, puede llegar a convertirse en una autentica tortura. Tener que enfrentarse a situaciones dolorosas que nadie ve, que se minimizan o se niegan y que incluso se consideran como “cosas de niños”, se hace si cabe más doloroso.
Lo peor como niñ@ no es que te peguen, insulten, chantajeen, amenacen, manipulen, humillen, desprecien, aislen, hagan burla, excluya….. Lo peor y más doloroso es no tener a quien acudir y tener que cada día volverlo a vivir. Lo peor es tener que pensar que eso es algo aceptable, que no te puedes quejar porque es lo normal y ya lo ha visto o vivido en otras ocasiones y nadie ha hecho nada. Normalizar esos comportamientos como algo aceptable porque son cosas que llevan pasando mucho tiempo y nadie ha hecho nada lleva a muchas víctimas de acoso a no quejarse si quiera por temor a que le digan que no es para tanto, que exagera...
Todo esto sin duda es lo peor. La soledad con la que se vive
Aunque en los últimos años se habla mucho más y se ha incrementado la alerta sobre el bullying en los colegios e institutos, esto no ha hecho que se reduzca el problema. Por desgracia y según los últimos estudios realizados, el acoso escolar va en aumento debido a las redes y moviles que se añade a lo que ya ocurre. El discurso se sigue centrando en intervenir después de que se produzca una situación de acoso, en lugar de enfocarnos en otra pregunta muy importante. ¿Qué estamos haciendo mal para que haya tantos niños y niñas desde los 5 años con ciertas dinámicas de abuso?.
En muchos de los mensajes que me llegan, se repiten ciertos patrones; revictimizar al niño o niña que sufre ciertas situaciones diciendo que tiene que ser capaz de defenderse de sus acosadores, que es muy sensible y exagera mucho, que no es como lo cuenta, etc. Parece que si no hay agresión física de por medio, el problema se minimiza, se niega o se oculta. “Son cosas de niños” es una de las frases más usadas y que escuchan muchas madres y padres cuando acude al colegio desesperados mientras sus hijos viven un verdadero calvario cada vez que tienen que ir a clase.
Las agresiones y comportamientos abusivos que vemos en la infancia y edades más avanzadas, no es algo que surja de la nada, sino algo que observan, normalizan y reciben de las personas adultas y de la sociedad en general . Si desde el colegio o desde casa reciben y normalizan las amenazas, manipulaciones, castigos y humillaciones, esto será algo aceptado y que igualmente usarán en la comunicación con sus iguales.
“Si no os portáis bien no salís al patio”, "Como no sabes comportarte, castigado en la clase de los bebés", "Si no terminas la ficha te quedas sin recreo" o señalar a alguien que no haga los deberes en clase, son algunos comportamientos que normalizan el castigo y las formas de comunicación nocivas que los niños traducen a su entorno. Es típico que algunos niños y niñas castiguen a sus juguetes o impongan normas a otros iguales para jugar con ellos. Aquí es donde reside el verdadero problema, aquí comienzan los comportamientos de acoso escolar.
Conozco casos de padres que han tenido que cambiar de escuela a sus hijos porque no podían más y no se les ofrecía ninguna solución, muchas veces se le resta importancia a estas situaciones por el desconocimiento de las dimensiones que puede llegar a alcanzar.
Y por supuesto muchas veces desde los centros escolares se intenta hablar con las familias y estas no responden o niegan que su hijo o hija haga tan cosa.
Por eso familias, profesores y cuidadores debemos remar en la misma dirección, porque el acoso escolar mata o genera heridas de por vida. Es una realidad muy dura, pero es así.
Todas las campañas en los últimos años se centran en actuar una vez que ves una situación de acoso. No podemos dejar que la responsabilidad de evitar casos de acoso recaiga en los niños, no les corresponde a ellos. Muchas veces no saben detectarlo o tienen miedo de decirlo, a veces hasta que no llega hasta la violencia física no saben si hay que intervenir. Los profesionales de la educación deben contar con las herramientas y el conocimiento necesarios para paliarlos.
Las dinámicas nocivas desarrolladas a una edad temprana se arrastran durante toda la vida y van creciendo, por eso los casos de acoso en adolescentes son mucho más visibles y llevan a relaciones tóxicas que muchas veces se extienden hasta la edad adulta.
Si desde los centros se pudiera informar a las familias de cómo sus formas de comunicarse influyen en el comportamiento de sus hijos y les ayudara a detectar posibles acoso evitaríamos en muchas ocasiones la puesta en marcha de los actuales protocolos contra el bullying que se abren cuando el alumnos ya no puede más y puede tener incluso traumas. ¿Y si prevenimos llegar a eso?
Menos protocolos de acoso y más intervención.
Firma y comparte la campaña para que nos escuchen.