Las mujeres en el sector STEM estamos infrarrepresentadas. Necesitamos educar sin roles de género y visibilizar a las mujeres referentes en tecnología y ciencias.

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Me llamo Susana Romero, nací en Zaragoza y vivo en Tarragona y soy madre de una niña de 7 años. Ingeniera química, máster en prevención de riesgos laborales y 20 años de experiencia en desarrollo e implantación de proyectos de mejora en el ámbito de la calidad, medio ambiente y prevención de riesgos laborales (QHSE), trabajo como consultora senior en una empresa tecnológica, que desarrolla soluciones informáticas ayudando a las empresas en la mejora de la gestión medioambiental y de la seguridad de procesos.

Desde que era pequeña siempre he sido una apasionada de la ciencia, la tecnología, el diseño y comunicación, por ello, decidí estudiar una ingeniería, quería entender cómo funcionaban las cosas para con mis inventos transformar el mundo. Buena parte de mi infancia la pasé en hospitales, por nacer con una enfermedad rara, una experiencia vital que cambió mi forma de entender el mundo. Prevencionista vocacional, lo que más me motiva es aprender cada día y compartir mi conocimiento y experiencias. Por este motivo, soy miembro de la Junta Directiva de AEPSAL, Asociación de Especialista en Prevención y Salud Laboral, desde donde trabajamos por la promoción, mejora y defensa de los intereses de la seguridad y salud laboral. Para evitar las desigualdades de género en el entorno laboral es importante educar desde edades muy tempranas, alejando los estereotipos de género, motivo por el cual trabajo en el estudio  divulgación de acciones para la integración de la perspectiva de género y diversidad en la gestión preventiva. Una acción muy relevante, es la visibilización y fomento de la ciencia y tecnología en mujeres y niñas. Por este motivo soy miembro de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), MulleresTech, MIESES (Movimiento Internacional par la Excelencia, Salud Empresarial y Sostenibilidad) y mentora del movimiento 11F y de InspiraSTEAM(URV-DEUSTO), donde acerco la ciencia y tecnología el alumnado de infantil y primaria, asesorando a estudiantes.

Siempre me ha gustado la inventar cosas, experimentar, estudié EGB en los 80 en un colegio de monjas con solo niñas hasta los 14 años y nunca he dejado de luchar por hacer aquello que me apasionaba. Cuando tenía 16 años estaba en el grupo de informática del instituto donde era la única chica, en esa clase no llegábamos ni al 10% femenino. Además, a esa edad participé en la Olimpiada de Físicas, y recuerdo hacer las pruebas en el aula magna de la universidad de Zaragoza siendo sólo dos chicas en todo el aulario…por lo que no era algo exclusivo de mi colegio y de mi instituto. Mi entorno, de manera inofensiva me llamaba “bicho raro” o “chicazo” porque me gustaban “cosas de chicos”. Esos comentarios no me afectaron. Una vez más en la universidad pude comprobar la poca presencia de mujeres en las carreras STEM. En la escuela de ingeniería en el año 2000 éramos unas 5-10 chicas por clase, menos de un 10%, (más chicas en mi disciplina de química), y el profesorado en su práctica totalidad hombres. En contadas ocasiones tuve alguna profesora, en las asignaturas de química analítica, inorgánica.

Me di cuenta de que estos porcentajes se reproducían en el ámbito laboral, al terminar mis estudios universitarios me encontré con barreras de género. A pesar de ser buena estudiante, terminar la carrera con matrículas de honor, estudiar varios idiomas y másteres, mis compañeros con peor expediente, sin idiomas ni experiencia encontraron trabajo nada más terminar la carrera. Yo, sin embargo, tardé un año en conseguir trabajo, y durante ese año seguí formándome y trabajé con una beca SENECA en Inglaterra. En ese momento fui consciente de la gran brecha de género que existe en el ámbito laboral y en el sector STEM. Transcurridos 20 años, se sigue teniendo una visión de sector masculinizado donde a las mujeres nos cuesta más poder entrar en él y hacer profesión, o lograr puestos de liderazgo y dirección. A lo largo de mi vida laboral me he encontrado con techo de cristal. 

Los estereotipos de género presentes en nuestra sociedad son una de las causas más persistentes de desigualdad entre mujeres y hombres que influyen en la educación, la formación el empleo, la distribución de responsabilidades domésticas, la participación en la vida pública, y representación en puestos de toma de decisiones. Según datos de la UNESCO (entre 2014 y 2016), solo alrededor del 30% de todas las estudiantes escogieron estudios superiores dentro del campo STEM. En el todo el mundo, la matrícula de estudiantes femeninas es particularmente baja en el campo de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC), con un 3%; ciencias naturales, matemáticas y estadísticas, con un 5%, y en ingeniería, manufactura y construcción, con un 8%.

La desigualdad de género en el ámbito laboral sigue siendo una realidad, ya que a pesar de la progresiva incorporación de las mujeres al mundo laboral iniciada en el siglo XX el rol de los cuidados familiares es desarrollado, en su práctica totalidad, por las mujeres. Además, la pandemia ha evidenciado esta desigualdad, por lo que las mujeres han sufrido una pérdida de empleo e ingresos desproporcionada, debido a su sobrerrepresentación en los sectores más afectados. Muchas mujeres siguen trabajando en primera línea, sosteniendo los sistemas de cuidados, las economías y las sociedades y, a menudo, realizando también la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerados. 

En un mundo cada más tecnológico, donde una vez más la pandemia nos lo ha recordado, es fundamental que se tenga en cuenta la perspectiva de género. Por lo que la presencia de mujeres en profesiones STEM permitirá una mayor diversidad de ideas y desarrollos, y de aquellos aspectos relacionados con la innovación, la creatividad y la competitividad. Necesitamos que las mujeres estén en los puestos STEM, y la educación tiene un papel muy importante. Se debe educar desde edades muy tempranas en la igualdad, sin etiquetarnos en roles de género para que podamos elegir libremente aquello que queremos hacer, sin la imposición de los estereotipos asignados por la sociedad. Tenemos que atraer talento femenino a los ámbitos de estudio STEM para reducir la actual brecha, los sesgos de género en los algoritmos y equilibrar la tasa de empleo, más baja entre las mujeres. 

Poco a poco vamos avanzando, y con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y, además, alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió proclamar en 2016 el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujeres y la Niñas en la Ciencia para poner en valor la importancia de que las mujeres estén presentes en el ámbito STEM. Por ello, doy charlas en colegios e institutos para romper con los estereotipos de género y visibilizar a aquellas mujeres referentes en la ciencia y tecnología porque es fundamental que los haya. Por ello, creo que es importante que en las escuelas se eduque sin importar el género y se ponga en valor el trabajo de todas aquellas mujeres que se dedican o se han dedicado al mundo STEM logrando grandes avances en nuestra sociedad, visibilizar a todas aquellas mujeres referentes para concienciar y terminar con la brecha de género en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

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