Pregunta para Congreso de los diputados
En el instituto sufrí bullying durante 7 años seguidos. ¿Cuándo se ampliarán los protocolos contra el acoso escolar y se dará a la violencia psicológica la importancia que merece?
Mi nombre es Sylvette y durante mi etapa educativa tuve que enfrentarme al acoso escolar durante siete años seguidos. Cuando cumplí los 18 y salí del centro, pensé que lo peor ya había pasado, pero fue entonces cuando tuve que enfrentarme a las secuelas psicológicas que el acoso dejó en mí. ¿Por qué no se ofrece desde los centros una correcta atención psicológica a las personas que sufren este tipo de violencia escolar?
Empecé a ir a terapia por mis cambios de humor, más tarde vino la depresión y los problemas con la alimentación, la falta de autoestima y la desconfianza. Para mí sin duda, todo esto ha sido lo más duro.
A pesar de que llevo años tratándome, todavía arrastro problemas derivados del acoso, como el miedo a conocer a gente nueva y la dificultad para sociabilizar. Creo que se debería de dar más importancia a estos temas desde los propios centros para que los adolescentes que están pasando por esto empezaran a obtener atención psicológica a tiempo.
Seguimos centrándonos en condenar la violencia física y olvidamos la psicológica. Muchas veces, el profesorado y trabajadores de los centros intentan esconder este tipo de acoso justificándolo o minimizándolo. ¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir “no es para tanto, son cosas de niños?
En mi caso el acoso psicológico fue mucho peor que el físico. Me insultaban a diario, me llamaban “gorda” y se reían de mí, pero nadie en el centro hizo nada. Eché en falta el apoyo de los profesores. Por eso creo que todo el mundo que estudiara para ser docente debería tener una formación especializada en acoso escolar que les enseñara a intervenir en este tipo de conflictos para que no vayan a más.
Recuerdo un día en el que unas chicas me rompieron los pantalones mientras me duchaba en los vestuarios de las clases de gimnasia. Los cortaron con tijeras por la parte de detrás para dejarme en ridículo. En ese momento decidí contárselo al profesor, pero la única medida que pusieron fue pagarme el pantalón que habían roto. No se solucionó nada, ellas siguieron metiéndose conmigo.
Por todo lo que he pasado y para que nadie más tenga que pasar por lo mismo, hoy quiero dirigirme al Congreso de los Diputados para reivindicar más medidas en contra del acoso escolar. Esto es algo que debe de ser prioritario en el sistema educativo de todos los países ya que es uno de los principales causantes del aumento de los problemas de salud mental de niños, niñas y adolescentes.