Me llamo Tatiana y vivo cerca de A Coruña. Cuando tenía 23 años fui madre y decidí dejar de trabajar y quedarme en casa para cuidar de mis hijos. Al cabo de un tiempo, cuando los niños crecieron un poco, me puse a trabajar con contratos intermitentes en la lista del Sergas, como técnica de laboratorio, ya que es mi especialidad y tengo una OPE aprobada pero sin plaza fija, pero cuando hacia dos años que había empezado me diagnosticaron cáncer. Esto fue en agosto de 2017.

Me encontraron un bulto en el colon, me dijeron que tenían que operarme para quitármelo y que la intervención sería sencilla. Cuando me abrieron, vieron que el cáncer se había extendido por parte del estómago y también del páncreas, así que tuvieron que quitarme más de lo previsto y la operación duró unas cinco horas. Me recuperé muy bien pero los médicos decidieron que aunque lo hubieran dejado muy limpio, tenía que someterme a un tratamiento de quimioterapia para asegurar que todo quedaba bien.

Empecé con la quimioterapia y me sentó muy mal. La hacía cada tres semanas y de estas, dos estaba mal y una medio normal. En total me hicieron ocho sesiones. Cuando me tocó revisión, una vez recibido todo el tratamiento, los médicos diagnosticaron que el cáncer se había diseminado por diferentes partes del cuerpo, así que tuve que someterme, de nuevo, a ocho sesiones de quimioterapia. Aun así, no conseguían que el cáncer se fuera completamente. Después me dieron inmunoterapia que tampoco funcionó. Llegados a este punto, los profesionales que me trataban me propusieron que probara un ensayo clínico que se practicaba en Madrid. Lo hice pero tampoco funcionó, así que recibí otra tanda de quimioterapia cuando volví a Galicia. Aunque actualmente estoy recibiendo quimioterapia de mantenimiento, ahora mismo me encuentro en periodo de descanso porque el tratamiento me afecta demasiado. Me dieron la incapacidad permanente debido a las secuelas de los tratamientos y a una discapacidad del 67%.

Fui madre joven y he cotizado el tiempo que equivale a recibir una pensión no contributiva ahora que no puedo trabajar. Es decir, cobro 400 euros al mes. Pienso que esto es muy injusto porque yo no he elegido estar enferma ni el hecho de no poder trabajar debido al cáncer. Tengo el respaldo del sueldo de mi marido, pero tengo dos hijos y está claro que si yo estuviera sola, no podría ser una mujer independiente ni tener cura de mi familia. Es por esto que me dirijo a los políticos del Parlamento de Galicia, ya que son quienes me representan, para preguntarles: ¿por qué no se garantiza una ayuda digna para todas las personas que debido al cáncer no pueden trabajar?