Teresa tiene 11 años, y por encima de sus necesidades especiales, se encuentran las de vivir, disfrutar y divertirse como cualquier otro niñx de su edad. Cuando las clases finalizan, por ella, y porque no existe la conciliación, acude a campamentos de verano para realizar actividades y jugar junto a sus compañeros. 

Este año hemos intentado tener más cuidado para no revivir el sufrimiento del verano pasado, y aun así no ha costado. Comenzamos la búsqueda de un campamento en el que Teresa pudiese vivir una nueva experiencia divertida, encontramos una opción, nos pusimos en contacto con los organizadores y nos dijeron que no habría ningún problema porque podría participar en todas las actividades. 

Felices la inscribimos, y justo el día de antes de comenzar el campamento, nos llaman para decirnos que lo sienten mucho, pero cuentan con los monitores justos y en el caso de que lo necesitase nadie se podría ocupar de ella. “Es mejor que busquen otra alternativa” nos dijeron.

Ya no es solo rabia lo que sentimos por la injusticia y discriminación que se está teniendo hacia nuestra hij@, es que ella lo pasa mal porque piensa que la culpa es suya por no ser “normal”, se siente despreciada y acaba con la moral por los suelos, porque ya tenía pensado lo mucho que iba a divertirse con sus amigos, y sin embargo, tuvo que quedarse encerrada en casa unos cuantos días hasta que encontramos un campamento urbano en el que no nos pusieron ningún problema. 

En general, las empresas que realizan este tipo de actividades, excluyen automáticamente a los niñxs que sufren algún tipo de discapacidad discriminándoles. 

¿Acaso no tienen también derecho a disfrutar del ocio? Se están vulnerando los derechos de los menores, y a las familias, nos afecta toda esta situación psicológicamente por el constante rechazo social que sufren, por falta de empatía de todxs. ¡Es aislamiento social!

Por suerte nosotros trabajamos, pero como la conciliación laboral no existe, necesitamos que nuestra hija pueda disfrutar de su tiempo de descanso divirtiéndose junto a sus compañeros. 

Si queremos igualdad, y que la inclusión en el ocio exista, se tienen que poner los recursos necesarios para que todos los espacios, puedan hacer que este derecho fundamental se cumpla, se haga realidad.