Pregunta para Congreso de los diputados

No sabía que para el resto era diferente hasta que empecé el colegio. ¿Cuándo se dejarán de segmentar las aulas y se proporcionarán herramientas para acabar con el racismo en los centros escolares?

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Sufrí en mis propias carnes el racismo que todavía se vive dentro de los centros escolares tanto por parte de alumnos como de profesores. No recuerdo tener ninguna amiga blanca durante la infancia, a las personas racializadas nos solían sentar en las últimas filas, nos dejaban fuera de los grupos o nos excluían de ciertas actividades. ¿Cuándo se dejarán de segmentar las aulas y se proporcionarán herramientas para acabar con el racismo dentro de los centros escolares?

He tenido que enfrentarme al acoso escolar desde que tenía 5 años. Realmente ahí fue cuando me di cuenta de que para el resto yo era diferente. Además de las burlas de mis compañeros tuve muchos problemas con una profesora que era muy racista. Ella nunca me defendía de los insultos ni el aislamiento que sufría por parte de los otros niños y niñas, incluso en ocasiones era ella misma la que me excluía de juegos y actividades. Cuando otros niños me agredían y yo respondía, ella solo me castigaba a mí. Llegó a decirme que merecía todas las cosas malas que me decían por ser negra.

Todo esto me hacía sentir muy mal, me sentía muy sola. Tan solo tenía un amigo, el resto no quería jugar conmigo ni me invitaban a sus cumpleaños simplemente por ser negra. Cuando volvíamos de las vacaciones se reían y me preguntaban si había estado visitando a mi familia en “la selva”. Sentía mucha frustración porque no sabía por qué me trataban así. 

Mis padres nacieron en Gambia, pero es un país al que yo ni siquiera había tenido la oportunidad de visitar por aquel entonces. Nací aquí igual que el resto de mis compañeros y no entendía por qué ellos me veían diferente. 

En las AMPAS tampoco se tomaban muy enserio la opinión de nuestros padres. Parece que lo que digan las personas racializadas, aunque sean adultas, no importa demasiado. A lo largo de toda nuestra vida nos hacen creer que somos tontos, que nunca vamos a estar por encima de ellos porque lo que ellos digan o piensen siempre va a ser superior. A pesar de todo esto, no podía cambiarme de centro porque vivía en un pueblo pequeño y no tenía muchas opciones así que solo me quedaba aguantar. 

Llegó un momento en el que tan solo me sentía aceptada por otras personas negras. En primaria tenía una amiga con la que iba a todos lados, cuando ella no venía a clase sabía que me tocaría estar sola en el recreo. Llegué a acostumbrarme a ello. 

En las clases de educación física lo pasaba francamente mal. Hacían grupos y me excluían, ponían malas caras y me tachaban de vaga para no ir conmigo. El profesor también era racista y utilizaba la mínima excusa para ponerme en ridículo o penalizarme. 

He sufrido tanto racismo durante la infancia que a día de hoy no permito que nadie falte al respeto a mis hermanas pequeñas. A pesar de que pensemos que la sociedad ha avanzado todavía queda mucho por hacer. Creo que existe un desconocimiento enorme. En España se sigue hablando de África en su conjunto, obviando la cantidad de países, lenguas y culturas que existen en su interior. Por ejemplo, nadie se refiere a un español como “el europeo ese”, en cambio sí lo hacen con las personas provenientes de algún país de África. 

Creo que esto tiene que terminar, por eso me quiero dirigir al Congreso de los Diputados, para pedir que tomen medidas para frenar el racismo en las aulas, que se implementen herramientas, cursos formativos, talleres de concienciación o charlas para acabar con la discriminación racial que todavía muchos niños y niñas siguen sufriendo. Los centros escolares deberían de ser espacios donde todos nos sintiéramos seguros. 

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