Pregunta para Congreso de los diputados

Padezco un trastorno ansioso-depresivo, ¡Necesitamos que exista mas atención en Sanidad para la Salud Mental de manera inmediata!

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Hola. Soy escritora y padezco un trastorno ansioso-depresivo, es decir, tengo síntomas de ansiedad y depresión, dos bombas en una. 

Hace más de 10 años que acudo regularmente a consulta psiquiátrica y psicológica, y que tomo medicación para sobrellevar el día. Es un trastorno que aparece por causas externas, parece que también hay algo genético, pero no está del todo claro. En mi caso es por causas absolutamente externas. 

Mi trastorno influye en toda mi vida, en general. La ansiedad es un torbellino de color negro que no para de dar vueltas en tu cabeza y que se extiende por todos los nervios, nunca mejor dicho, de tu cuerpo. La depresión es un pozo negro que atrapa y bloquea en la oscuridad más profunda. 

"Nunca he estado en un convento, en la cárcel o en la mili, pero he salido de un lugar que son los tres a la vez: la Unidad de Psiquiatría.” Así es como empieza mi libro ‘Alguien voló sobre la 11 Norte. 33 días y 500 noches en un psiquiátrico’, donde en casi 300 páginas relato la experiencia, día por día, a modo de diario, porque en realidad, fue mi diario allí dentro. Es algo muy duro porque no es sólo ingresar, es las circunstancias que te han llevado a ingresar. En mi caso fue voluntario, por recomendación médica y, de haber sabido lo que me esperaba, no hubiese entrado. A la larga, tras recibir el alta, mejoró mi salud, pero durante la estancia caí más bajo de lo que ya había caído al entrar. No por el personal sanitario, que es maravilloso salvo las dos manzanas podridas que hay en todas partes, sino por el sistema, la estructura y la forma de ser de la planta de Psiquiatría. Vivir encerrado en una planta con barrotes en las ventanas, sin pertenencias, sin poder hacer una llamada (sí recibí a determinadas horas), sin poder salir a la calle salvo si eres un afortunado que puede salir un rato al día (siempre acompañado), sin entretenimiento más que un libro y unos crucigramas... en fin, todos sabemos lo que es un confinamiento, pues imaginad un confinamiento espartano. 

Actualmente, aunque tengo temporadas muy malas, llevo un vida funcional. Tengo mi trabajo, mis responsabilidades, mis relaciones sociales, etc. Estoy tomando ansiolíticos y antidepresivos para intentar mejorar mi calidad de vida. Cuando no hay salud mental, tampoco hay salud en el resto del cuerpo. Los actos relacionados con padecer de la salud mental van desde que se te caiga el pelo o te muerdas las uñas, hasta quitarte la vida. En el último año he perdido más de diez kilos por problemas estomacales que, después de muchas pruebas, no existen.

A nivel social he vivido momentos un poco desagradables. Por eso mismo soy anónima y publico mi libro bajo seudónimo. El estigma enorme que pesa sobre la Salud Mental. Ir al psiquiatra, ir al psicólogo o tomar fármacos no te convierten por arte de magia en un ‘loco’. 

Por favor, basta ya de etiquetar de esta manera tan cruel. Igual que cuidamos diariamente nuestra dieta, nuestra piel, nuestro cuerpo, nuestra imagen... ¿por qué no cuidamos nuestra cabeza, que es lo más importante que tenemos? Y si lo hacemos, ¿por qué se nos tacha de lo que no somos? Antes de la pandemia jamás hablaba de mi salud mental con nadie, ahora me siento una privilegiada por acudir a consulta mensualmente en la Seguridad Social, sin tener que hipotecar un tratamiento y con buenos profesionales. Con el Covid ha venido para quedarse otra pandemia mucho más peligrosa: la de la Salud Mental. La mayoría de personas de mi entorno están mal, o muy mal, con ansiedad, no pueden dormir, no dan más de sí en su trabajo, han sufrido demasiado estos últimos meses... y muchos no acuden a consulta porque no pueden. Y no pueden, por temas económicos, o por temas de estigma. Hay gente que no acude a consulta por el qué dirán sus amigos, su familia... si les pillan. Esto no puede seguir así en un mundo en el que vamos cuesta abajo y sin frenos directos a las fauces de la ansiedad y la depresión.  

Me encantaría que todo el mundo pudiera leer mi libro. El estado en el que me encuentro no me lo he buscado yo. No por eso soy menos ni soy más. No soy más débil ni más fuerte. No me gusta la condescendía. Soy una tía normal, no hay más. 

Por toda mi experiencia, lanzo la siguiente petición al Congreso de los Diputados para que existe más atención para la salud mental inmediatamente. Este es un tema demasiado estigmatizado y creo que se debe, entre otras cosas, a que nadie habla de ello en público, pero padecer, padecemos todos. Si el paciente padece de la cabeza por la situación vital que sea, no se le permite recibir un tratamiento sin que caigan mil prejuicios. Si se medica es un “empastillado” y el médico al que acude se le conoce despectivamente como “loquero”, aquí ya lo digo todo. 

Lo peor de todo esto es que nadie habla de ello con normalidad, con lo legítimo que es pasar por un mal momento. Toda la represión y el mutismo al respecto son más serios de lo que creemos porque vamos cuesta abajo y sin frenos. Estamos yendo hacia un futuro en el que la más peligrosa de las pandemias serán la depresión, el estrés y la ansiedad. 

De igual forma, no solo es urgente normalizar la salud mental, sino atenderla mejor. Son necesarias más plazas PIR (Psicólogo Interno Residente) que se llevan demandando desde hace años. No se puede esperar para una consulta médica durante meses, porque en esa espera se perderán muchas vidas. El índice de suicidios, sobre todo en personas jóvenes, ha crecido de una manera terrorífica en los últimos meses. Necesitamos normalizar la salud mental, atenderla, acabar con el estigma, desmantelar el sistema de ingresos psiquiátricos y convertirlo en algo más humano y sanador para los pacientes, que no sea en una jaula. 

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